12 consejos para maestros de yoga recién recibidos

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Al fin has completado ese programa de capacitación de 200 horas. Has estudiado, entrenado y yogueado tu camino para obtener ese certificado. ¡Incluso has aprendido a hablar un poco de sánscrito! Ya es oficial, eres un instructor de yoga.

¿Y ahora qué? Conseguir un puesto de instructor puede parecer una cosa fácil en comparación con el desafío de pararte por primera vez frente a una clase llena de estudiantes entusiastas. Aquí encontrarás algunos consejos que te mantengan con aliento y en equilibrio, y así llegar a ser el guía que quieres ser.

1. Ten confianza.

Hay muchas incógnitas en una clase de yoga. No conoces el nivel de cada estudiante, ni su experiencia en yoga, tampoco su estado emocional cuando estira su tapete, ni sus habilidades físicas, ni siquiera su nombre. Todo esto se descubre a medida que la clase avanza. Lo que tú sí conoces es el yoga. Sabes cómo hacerlo y, lo que es más importante, sabes por qué hacerlo. De otra manera, no hubieras obtenido ese certificado. Has pasado horas en tu tapete. Así que ahora tienes que creer en el yogui que hay en ti. Es importante transmitir confianza para que tus alumnos perciban que tú sabes que este es el momento y el lugar en el que debes estar, para que ellos puedan confiar en que es allí donde ellos deben estar. Así es, debes confiar: en el universo, en el programa de capacitación que completaste y en tu gurú interno que te ayudó a llegar a este lugar, en este momento.

2. Deja tu ego en la puerta.

No confundamos confianza con un ego excesivamente inflado. Seguro que has sido el mejor alumno de tu clase de yoga pero, aunque sea difícil decírtelo, aquí eso no importa. Las personas que van a tu clase de yoga solo quieren una buena clase con un profesor que tenga los pies sobre la tierra. (¿No es eso lo que querías tú cuando eras alumno?) Asumámoslo, lo más probable es que no seas considerado un sabio, así que no impongas una brecha entre tú y ellos. Es difícil vernos unos a los otros cuando hay una brecha. Recuerda, tú estabas en ese lugar de alumno hace no mucho tiempo. Mantente con los pies sobre la tierra y podrás enseñarles desde su perspectiva.

Mantente con los pies sobre la tierra y podrás enseñarles desde su perspectiva.

3. Puedes volverte instructor, pero siempre serás estudiante.

¡Entonces sigue practicando! Si eso significa levantarse al amanecer para ir a clase los sábados por la mañana, mirar videos en línea en Yoga International en vez de tu serie favorita o hacer tu propia rutina hatha después de leerle el último cuento a tus hijos, ¡hazlo! Prueba nuevas clases, distintos profesores y diferentes niveles. (Es muy instructivo asistir otra vez a una clase para principiantes.) Lee libros, artículos y blogs. Ve a talleres y date tiempo para meditar. Pero sigue aprendiendo. Experimenta el mundo sabiendo que las lecciones que tú aprendes se impregnan en tu manera de enseñar, y compártelas de modo que ayuden a los demás en su camino… y también te ayuden a ti como maestro.

4. Enseña desde la experiencia.

Recibí este consejo de parte de mi instructor y creo que es muy valioso. Te puede gustar el estilo de otra persona, puedes memorizar poemas hasta que suenes como el propio Rumi para inspirar a tu clase, pero hasta que enseñes de una manera que emane de tu propia experiencia, de tus horas dentro (y fuera) del tapete, hasta que tu manera de enseñar venga de ese lugar en tu corazón llamado “tú mismo”, no le llegará a tus alumnos tanto como podría hacerlo. Sé verdadero, yogui.

5. Guiar en vez de seguir

A decir verdad, la secuencia escrita de yoga más perfecta del mundo no beneficiará a nadie si los estudiantes no reciben lo que estás ofreciendo. Nunca olvides que los seres que tienes delante son lo que realmente importa. Así que quita tus ojos de la planificación de la clase y dirígelos hacia tus alumnos. Observa su respiración, sus expresiones faciales, su facilidad (o no) para intentar nuevas posturas. Aprende los nombres de esos estudiantes, haz correcciones manuales cuando sea necesario y demuestra solo lo que es necesario que vean. Crea un ambiente seguro y un lugar honesto para la práctica. Claro, también sigue tu planificación, pero lo más importante es que guíes a tus alumnos.

Crea un ambiente seguro y un lugar honesto para la práctica.

6. Inspirar en vez de impresionar

A veces es tentador responder a cada pregunta con una respuesta filosófica y profunda, para ejercitar más sánscrito del que tus alumnos principiantes pueden descifrar, y presumir en una elegante postura del pino con una sola mano cuando tus alumnos recién están aprendiendo lo que es tadasana. Recuerda: es un tapete, no es un púlpito ni un escenario. Tiene el mismo tamaño y forma que los tapetes en los que están parados tus estudiantes frente a ti. Lo importante es inspirar a los demás, no impresionar. Comparte lo suficiente como para intrigar, di lo suficiente como para incentivar y hazte presente por completo para alimentar la pasión y la perspectiva de cada estudiante. Tus alumnos aprenderán a admirarte y respetarte por esto.

7. Honra el silencio.

¿Alguna vez has sentido ese silencio incómodo que aparece cuando se acaba una conversación? En ese momento te cuesta pensar en algo para decir. Enseñar yoga es exactamente lo opuesto: no eres un locutor de radio para quien el silencio al aire es algo mortal.

Los yoguis dan la bienvenida al silencio, que es el espacio donde realmente despierta el potencial. Seguir hablando cuando acabas de pedirle a tus alumnos que vuelvan hacia su interior y se concentren en su respiración ocupa el espacio que ellos necesitan para escuchar a su verdadero gurú interno. Si pasan todo el tiempo escuchándote, no pueden oírse a sí mismos. Además, si siempre estás dando energía, no podrás ser capaz de recibirla (fíjate en el consejo número 9). Crea espacio y tiempo entre tus instrucciones. Deja que el silencio apoye lo que dices para que los estudiantes puedan recibirlo. Piensa en el tiempo que pasas con tus alumnos como una canción que está compuesta de notas y silencios, es una música hermosa si hay un equilibrio. De lo contrario, es solo ruido.

8. Sé flexible.

Por supuesto, para un profesor de yoga es mejor ser flexible para sentarse erguido a mirar la tele en vez de encorvado, pero creo que sabes que en realidad estoy hablando de tener una actitud flexible. Prepárate para acomodar, cambiar, modificar… ¡y divertirte! Enseñar es divertido y aprender también. Recuerda que un profesor tenso hace que sus alumnos estén tensos. La idea es soltar, liberar, alargar y respirar. Eso significa que tú también debes hacerlo, gurú.

9. ¿Dije respirar?

Mantén tu respiración estable y sé consciente de que, incluso como instructor, debes moverte dentro de tus capacidades. Permanece conectado, alerta y en sintonía. Pero hay más en este asunto de respirar: puede ser un recordatorio para equilibrar tu clase, de la misma manera en que la inhalación y la exhalación equilibran el cuerpo. Considera la exhalación como lo que estás dando a tus alumnos y la inhalación como lo que recibes de ellos. La clase de yoga es un espacio en el que tanto los alumnos como los maestros son honrados por sus contribuciones a la experiencia compartida, por lo que, al igual que los tiempos de la inhalación y la exhalación, sus contribuciones deben ser parejas. Respira, instructor. Respira.

10. Ten una intención para cada clase.

En mi caso, primero elijo una intención y luego invito a mis alumnos a compartirla durante toda la hora de práctica. Quizá este sea tu estilo, quizá no. A lo que me refiero aquí es a una intención para ti, a elegir una manera de ser mientras enseñas. Esta puede ser pacífica, cariñosa, atenta, lúcida, divertida, consciente. Ten en cuenta la energía que llevas al estudio. También los nuevos alumnos pueden percibir si un maestro está desconcentrado o si les está dando la bienvenida con su chi bajo control.

11. Prepárate.

Por supuesto, es un hecho que estarás preparado con planificaciones de clase increíbles. Pero, en este caso, estoy hablando de prepararte a ti mismo. Para mí, eso significa ir temprano al estudio, practicar toda la lección que he planeado, leer algo inspirador, escuchar música y luego meditar sola en el estudio. Cualquiera que sea tu manera de prepararte, tómate el tiempo y el espacio para hacerlo. Tráete al aquí y ahora. No puedes pedirle a tus alumnos que estén presentes si tú no lo estás.

No puedes pedirle a tus alumnos que estén presentes si tú no lo estás.

12. Sé agradecido.

Has trabajado duro para conseguir ese lugar en frente de la clase. Has tenido que dejar cosas atrás, recibir otras y mantenerte enfocado mientras la vida y todas sus responsabilidades te exigían atención. ¡Pero lo hiciste! Sin embargo, esto va más allá de obtener ese certificado. Es la constatación de que finalmente estás en este lugar increíble y tienes posibilidades infinitas para guiar a otras personas en una práctica capaz de cambiarles la vida.

Recuerda el dicho: "Cuando estés listo, el maestro aparecerá". Piensa en eso por un momento: ¿en qué vidas estás apareciendo? ¿Quién te atrajo hacia sí? ¿No es eso un honor extraordinario que, a la vez, te enseña humildad? Así que da las gracias, una y otra vez, a todos los poderes de la divinidad que te trajeron hasta aquí. Eso incluye, por supuesto, la divinidad dentro de tu ser. Sentirte agradecido te hará apreciar cada momento de una manera que libera tu luz interior para brillar y tocar a aquellos que te ven como su maestro. Estás siendo impulsado por tu dharma, cariño. Felicidades, ¡estás viviendo tu luz! 

Acerca del Maestro

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Sheri Mabry Mabry (Bestor)
Sheri Mabry Bestor, MA, Holistic Living & Creativity Consultant, Practitioner, Teacher and Author. Founder/Guide... Leer más