A la mayoría nos resulta difícil mantenernos al día con nuestras actividades y compromisos habituales. Con el ritmo de vida que llevamos, no es de extrañar que muchas personas se sientan constantemente estresadas.
Las prácticas de mindfulness pueden aliviar el estrés e incluso ayudar a reducir algunos síntomas de ansiedad. En un estudio reciente, se realizó un seguimiento de 93 personas que padecían trastornos de ansiedad generalizada. Los investigadores descubrieron que incluso los que completaron tan solo una sesión de reducción del estrés basada en la atención plena mostraron una disminución significativa de sus síntomas.
Una sesión de meditación mindfulness de 30 minutos suena como la opción ideal para calmarnos y recuperar la concentración, pero la realidad es que, aunque sean solo 5 minutos, dedicar tiempo a respirar profundamente puede resultarnos todo un lujo. No obstante, si queremos mejorar nuestro bienestar y desarrollar una mente serena y enfocada, nos ayudará muchísimo integrar unas simples prácticas de mindfulness a nuestra vida. Y es fácil hacerlo: solo tenemos que saber cómo y dónde practicarlas.
Descubre estas tres prácticas de mindfulness rápidas y sencillas que puedes incluir ahora mismo en tu rutina diaria.
1: PRACTICAR LA CONCIENCIA
Incorporar la conciencia plena a nuestra vida nos permite estar más presentes y ser más conscientes de cada una de nuestras acciones diarias y de sus consecuencias.
Para cultivar esta conciencia, piensa primero en algo que haces con mucha frecuencia, como mirar el teléfono. Practica la conciencia con esta acción tan rutinaria y cada vez que tomes el teléfono detente un segundo para observar dónde estás y cómo te sientes. Piensa en cómo esta acción (enviar un mensaje de texto a un ser querido, consultar Facebook, escribir un correo electrónico) influirá en ti y en tu estado de ánimo. Tómate un segundo para apreciar las manos sanas que sostienen el teléfono, así como el cerebro que te permite entender el funcionamiento del aparato.
Para cultivar esta conciencia, piensa primero en algo que haces con mucha frecuencia, como mirar el teléfono.
Puedes practicar este ejercicio con cualquier movimiento o vivencia: el mindfulness funciona igual con una acción física que con una emoción sentida. De hecho, la oportunidad perfecta para practicar la atención plena es cuando sientes ira, miedo o vergüenza. Ser consciente en esos momentos te ayudará a aprender a aceptar esas emociones en lugar de luchar contra ellas. Así te será más fácil procesarlas y liberarlas, ya que resistirse a las emociones negativas solo ayuda a que persistan durante más tiempo.
Este ejercicio evitará que vayas por la vida en piloto automático, además te ayudará a cultivar una conciencia determinada sobre quién eres, dónde estás y qué estás haciendo. Como resultado, es probable que sientas una mayor calma y conexión a tierra.
2. RESPIRACIÓN ENFOCADA EN LA PRÁCTICA
Todos respiramos. Aunque es esencial para nuestra supervivencia, es fácil darlo por sentado. ¡Esto nos brinda una gran oportunidad para practicar y volvernos más conscientes!
Para empezar con la respiración plena, inhala y exhala conscientemente. Hazlo despacio. Inhala durante tres segundos y exhala otros tres segundos; si es posible, respira por la nariz. Presta atención a lo que sientes y concéntrate en tu respiración mientras el aire entra y sale de tu cuerpo. Si ves que tu mente divaga, vuelve a centrar tu atención en la respiración (la lista de tareas pendientes del día puede esperar). Imagina que el aire revitaliza tu cuerpo cuando entra en tus pulmones y se disipa en el ambiente circundante al salir de tu nariz.
¿Quieres saber qué es lo que acabas de practicar? Un ejercicio para calmar la mente que llamamos meditación.
3. PRACTICAR LA OBSERVACIÓN CON UN PROPÓSITO
Muchas veces perdemos contacto con la belleza de este planeta y con todas las maravillas que esconde nuestro entorno natural. La observación consciente de nuestro mundo puede servir para que nos reconectemos.
Para que la observación plena forme parte de tu rutina diaria, elige un objeto de la naturaleza que se encuentre en tu campo visual. Puede ser algo tan sencillo como las nubes que ves por la ventana, una mascota querida o incluso una planta en tu oficina.
Ahora, simplemente céntrate en el objeto. Mientras te concentras, busca los pequeños detalles en los que normalmente no te fijarías (si te ayuda a enfocarte, puedes pronunciarlos en voz alta). Presta mucha atención y recuerda que formas parte de ese mundo natural que es mucho más grande que nosotros.
Conectar con un fragmento de la naturaleza puede ayudarnos a sentirnos en armonía con el mundo que nos rodea. Concentrarse atentamente en un objeto ayuda a aquietar la mente.
Reflexiones finales
Una vez que entiendas que la atención plena puede practicarse en cualquier instante y en cualquier lugar, cultivarla un momento a la vez no te será una tarea difícil. Solo con incorporar estas tres sencillas prácticas de atención plena a tu rutina diaria puedes estar presente en cada momento de tu vida y más en sintonía con el mundo que te rodea. Esta conciencia es fundamental y genera una sensación de calma maravillosa. También te ayudará a lidiar mejor con todo lo que la vida te traiga.
Si los practicamos con regularidad, estos ejercicios ayudan a arraigar la mente al momento presente. Y, además de ayudarnos a estar presentes, el mindfulness nos permite realizar las actividades cotidianas con mayor calma, destreza y apertura mental.
Prueba estas sencillas prácticas de atención plena. Quizá descubras que son justo lo que necesitas para aquietar tu mente, profundizar tu práctica de yoga y estar más en contacto con tu verdadero ser.