Como profesora de maestros de yoga y propietaria de un estudio, me han hecho varias veces la pregunta: "¿Qué es mejor? ¿Que el profesor muestre cómo hacer la postura mientras los alumnos la practican o circular por la clase y observarlos?" Mi respuesta más acertada es: "Haz las dos cosas, cambiando de una a otra constantemente y de manera equilibrada".
Demostrar la postura y observar a tus alumnos son dos cosas inmensamente valiosas. Decidir cuánto de cada cosa incorporar a tu clase depende de varios factores, la mayoría de los cuales se determina en el momento.
Por ejemplo, si tienes un alumno nuevo en tu clase, tal vez sientas la necesidad de demostrar más. Si una alumna te ha comentado su preocupación sobre una lesión, quizás decidas observarla más para asegurarte de que hace su práctica de forma segura y sin esfuerzo.
Por supuesto, también puedes hacer varias cosas al mismo tiempo, mostrando una postura de una manera que te permita tener los ojos puestos en la mayoría de los estudiantes. Pero cuando los maestros circulan entre los estudiantes haciendo el ejercicio, tienen un nivel más profundo de observación.
En mi experiencia, muchos maestros se confían demasiado en la demostración, por lo que pierden la oportunidad de contemplar cosas importantes en sus alumnos. Si tienes la intención de observar más y demostrar menos —o si solo quieres experimentar un poco para ver si una observación más detenida puede enriquecer tus clases— aquí hay cuatro estrategias para ayudarte a salir de tu colchoneta y ver a tus alumnos con nuevos ojos.
Hay maestros que me dicen que no pueden observar porque temen olvidar la secuencia que han memorizado o porque utilizan notas y se sienten incómodos si no las tienen a mano.
Mientras que una gran coreografía puede ser un entretenimiento momentáneo, la enseñanza sólida y espontánea ayuda al alumno a hacer su insight y a crecer personalmente.
En mi opinión, cuando la complejidad o creatividad de la secuencia anula la atención de un maestro sobre los estudiantes, se han confundido las prioridades.
A veces, los nuevos maestros sobreestiman la importancia que los alumnos le dan a una secuencia importante. Una secuencia que sea lo suficientemente sencilla como para que puedas recordarla sin ir haciéndola a la par de tus alumnos, te permite ayudarlos a experimentarla en un nivel más profundo. Esto hace que la clase sea más interesante. Mientras que una gran coreografía puede ser un entretenimiento momentáneo, la enseñanza sólida y espontánea ayuda al alumno a hacer su insight y a crecer personalmente.
Por ejemplo, si al indicarles a tus alumnos cómo usar los músculos de la espalda en ardha uttanasana (postura de la pinza), los ayudas a sentir que sus espaldas se alargan, les resultará mucho más satisfactorio y significativo que impresionarlos con tu capacidad de hacer transiciones desde o hacia una postura de manera novedosa.
Por cierto: si mantienes las secuencias simples encontrarás otros beneficios, como promover una sensación de satisfacción en tus alumnos y garantizar que se sientan más estables en cuerpo y mente al final de la práctica.
Ya sea mostrando la postura u observando, los maestros muchas veces dan instrucciones orales. Una buena pista de que estás demostrando demasiado es cuando sigues explicando y mostrando una postura aún cuando tus alumnos no pueden verte.
Por ejemplo, una vez que tus alumnos están en la postura del perro mirando hacia abajo, no pueden verte. Si todavía estás al frente de la clase hablando en tu propio perro hacia abajo, los estudiantes no solo no te ven, sino que tampoco pueden oírte tan bien como si estuvieras parado. En este punto, tu demostración no les está sirviendo.
Piensa en la cantidad de veces en las que te quedas hablando con el techo, el piso o tus propios pies. Es gracioso, ¿verdad? Tan pronto como te des cuenta de que ya no estás hablando con tus alumnos, sonríe y sal de la postura. Circula alrededor de la habitación u observa desde tu colchoneta. Hacer esto te da la oportunidad de ver detalles como la curvatura de la columna, la tensión muscular e incluso cómo están respirando. Con el tiempo, un profesor verdaderamente capacitado se familiariza con estas cualidades en sus alumnos asiduos, percibiendo cómo evolucionan con la práctica constante.
Si tienes problemas para motivarte a ti mismo, sal de tu colchoneta de profesor y fíjate una tarea específica. Siendo una profesora que observa a sus alumnos con frecuencia, hago esto de vez en cuando solo para mejorar mis habilidades y mantener mi mente completamente presente.
Planifica observar a cada alumno en un momento específico de la clase, solo por el hecho de observar. Elige algo que no se pueda ver fácilmente desde tu colchoneta. No te preocupes por cómo utilizarás la información, tu objetivo es sentirte más cómodo utilizando todo el salón para afinar tus habilidades de observación y nada más. Puede ser que te encuentres con una buena indicación para dar en base a lo que ves, pero no te presiones para tener un momento "eureka" ni reaccionar a todo lo que veas.
Recuerda que puedes intranquilizar a tus alumnos si caminas como un detective en una misión, así que hazlo de manera casual y permitiéndote disfrutar el proceso de explorar un nuevo territorio sin tener un objetivo final en la mente. Dicho esto, aquí tienes algunas ideas sobre lo que puedes observar en tus alumnos:
• Observa cómo colocan las manos cuando están en cuatro patas o en la postura del perro mirando hacia abajo.
• Observa las diferencias en la forma de las piernas. ¿Qué tan prominentes son los tobillos y los tendones de Aquiles? ¿Qué otras diferencias puedes detectar?
• En las posturas de pie, busca la simetría y la asimetría de los hombros, preferiblemente desde atrás. Esto te dará más tiempo para mirar sin distraer al alumno.
• Observa cuántos estudiantes tienen la postura de la cabeza hacia adelante, donde la cabeza y las orejas ya no se alinean con los hombros.
• Una vista lateral de cada alumno en una postura de perro mirando hacia abajo te dará mucho que observar. Comienza con la columna vertebral.
¿Puedes conectarte silenciosamente o estar presente con cada alumno de tu clase?
Esta puede ser la tarea más exigente de todas, pero dará resultados maravillosos al ayudarte a madurar como maestro. También hará que tus alumnos sientan tus clases seguras y estimulantes. ¿Cómo haces esto? Depende en gran medida de ti. En una clase pequeña, me tomo un momento para pararme cerca de cada alumno mientras dicto la clase. Cuando el flujo lo permite, tomo una respiración profunda mientras pongo la intención en el bienestar del alumno. Si una clase es grande y no puedo llegar a todos, me tomo un momento para enviarles una bendición silenciosa o un buen pensamiento a cada alumno mientras descansan en savasana.
Si tu estilo es algo más concreto, considera el poder del contacto visual o reconocer el esfuerzo de un estudiante diciéndoselo en voz baja. No existen instrucciones claras y uniformes sobre cómo conectarse con los alumnos, pero la mayoría de los métodos funcionarán mejor mientras estés fuera de la colchoneta. Además, las recompensas de enseñar de esta manera pueden motivarte a vencer hasta los hábitos de demostración más arraigados.
A medida que adquieras más habilidad y confianza para observar, llegarás a confiar en ti mismo a la hora de tomar buenas decisiones sobre cómo y cuando hacer una demostración. La demostración es muy útil, por supuesto. Tener la capacidad de observar y demostrar y saber qué usar y cuándo, es algo que sólo tienen los buenos maestros.
Reconoce que no siempre lo harás bien y continúa avanzando. La intención de hacer lo mejor que puedas para tus alumnos ya hace la diferencia, al igual que tu disposición a analizar tus fortalezas y debilidades con honestidad y continuar desafiándote a ti mismo como maestro.