Rachel Land, profesora senior de Yoga Medicine®, analiza cuatro posturas frecuentes y nos explica por qué razón no lucen iguales en todas las personas. También nos brinda consejos útiles para que podamos personalizar nuestra práctica.
Sabemos que cada persona tiene un cuerpo de diferente forma y tamaño, con proporciones particulares. También sabemos que hay hábitos y estilos de vida muy diversos. Sin embargo, cuando ponemos un pie sobre el tapete de yoga, solemos olvidarnos de estas diferencias y esperamos que todos logren hacer las mismas figuras y ángulos en cada postura.
En muchas posturas de yoga (incluso en posturas básicas o fundamentales, como las que mostramos a continuación) la alineación “de manual” exige una movilidad mayor a la media. Pero “la media” o “el promedio” es un concepto matemático; ninguno de nosotros es realmente una persona "promedio". En realidad, la movilidad generalmente está por encima o por debajo de lo que consideramos la media. Puede que tengamos un mayor rango de movimiento en los hombros, pero uno menor en las caderas. También es posible que hayamos desarrollado una tensión muscular a causa de nuestra postura, condiciones de trabajo o práctica de deportes que reduzca la movilidad en un lado del cuerpo.
Todos somos únicos y no tiene sentido exigirle al cuerpo encajar en el ideal teórico de cada postura de yoga. Dicho esto, ¿no sería mejor considerar nuestra práctica como una oportunidad para investigar y explorar cómo estamos hechos? Podemos aprovechar para conocer mejor nuestra propia configuración de articulaciones, músculos y fascia.
Analicemos cómo se compara el rango de movimiento "promedio" con el rango requerido en las versiones "tradicionales" de algunas de las posturas de yoga más comunes.
En el guerrero I (virabhadrasana I) se crea una base sólida sobre la que elevamos nuestra conciencia y energía. Se estiran los flexores de las caderas correspondientes a la pierna trasera, se abre el pecho y el músculo dorsal ancho se alarga sobre las costillas laterales.
Dado que esta postura básica es clave para practicar el surya namaskar B, podemos llegar a pensar que se trata de una postura muy accesible. Pero esto no es así: si bien el movimiento de elevar los brazos por encima de la cabeza puede resultar difícil para algunos, lo que realmente le impide a la mayoría de las personas lograr la alineación tradicional es el rango de movimiento necesario en la articulación del tobillo posterior. Arraigar el talón trasero al mismo tiempo que alineamos las caderas hacia adelante no solo es incómodo, sino que para muchos ni siquiera es posible. Además, la exigencia aumenta a medida que profundizamos la flexión de la rodilla.
Como esta alineación que tanto nos esforzamos en alcanzar excede el rango de movimiento normal del tobillo, no nos debe extrañar que a la mayoría nos resulte particularmente difícil.
Análisis de la postura:
El guerrero II (virabhadrasana II) es una postura de pie estable, decidida y poderosa. Con ambos pies firmemente arraigados y los brazos a la altura de los hombros, esta es una de las posturas más accesibles de la lista (siempre que tomemos en cuenta las limitaciones normales en la movilidad de las caderas).
Sin embargo, la alineación "de manual" (con la rodilla delantera apuntando hacia adelante, en una flexión de 90 grados y las caderas orientadas hacia el lateral del tapete) requiere una movilidad bastante más amplia que la que tienen la mayoría de las personas, sobre todo en la parte frontal de las caderas y en el tobillo de la pierna trasera. Tal como en el guerrero I, el rango de movimiento requerido en el tobillo de la pierna trasera se ve aumentado cuando profundizamos la flexión en la rodilla delantera.
Análisis de la postura:
La combinación de movimientos involucrados en la postura de la cara de vaca (gomukhasana) la convierte en un estiramiento eficaz para múltiples áreas del cuerpo. La posición del brazo alcanza a casi todos los músculos del pecho y de los hombros, incluyendo a los culpables de la tensión crónica (tríceps, dorsal ancho y deltoides). Y, mientras que la mayoría de las posturas de apertura de caderas las abducen, gomukhasana sitúa las piernas en la línea media del cuerpo. La complejidad de la postura explica también por qué nos puede resultar difícil: si bien algunos movimientos son accesibles, en otros podemos encontrar dificultades para lograr la alineación tradicional.
Análisis de la postura:
Las flexiones hacia atrás que abren el corazón son un potente antídoto a la tendencia de encorvar los hombros hacia adelante y comprimir el pecho. Por este motivo, benefician tanto a la postura como a la respiración. Las flexiones hacia atrás boca abajo pueden ser aún más útiles, ya que levantar la cabeza y las extremidades contra la fuerza de la gravedad fortalece la parte posterior del cuerpo (de la que generalmente nos olvidamos). La postura del arco (dhanurasana) entra en esta categoría, pero como los brazos y las piernas tienen que trabajar juntos, exige una movilidad significativamente mayor a la que requieren las posturas alternativas como la cobra (bhujangasana) o la langosta (salabhasana).
Análisis de la postura:
Más allá de que lo veamos o no, cada persona encuentra su propio camino para hacer cada postura de yoga. Nuestro cuerpo es más adaptable y resistente de lo que solemos pensar, pero tiene límites. Todos tenemos un tope en el rango de movimiento de las articulaciones, y es más probable que nos enfrentemos con ese tope en el yoga que en otras actividades de la vida cotidiana. Esto sucede incluso con las posturas que se consideran básicas.
Saber esto debería cambiar nuestra práctica física, permitiéndonos dejar de lado el ideal teórico. Es mejor llegar al tapete con el corazón y la mente abiertos, curiosos por descubrir dónde nos llevará nuestra práctica.