Si alguna vez has probado compartir la práctica de yoga con niños, sabrás lo inquietos, traviesos y revoltosos que pueden ponerse. Intentar que se queden quietos y callados para savasana (el descanso final) puede parecer en vano, pero no lo es. Los niños adoran muchos aspectos de la práctica de yoga: los juegos, las posturas en pareja, los sonidos de animales y las historias. Pero la mayoría de los niños dice que lo que más les gusta es "la parte de descanso al final". Los niños necesitan este descanso tanto como los adultos.
El tiempo que se pasa en reposo al final de cada práctica de yoga es un elemento clave para asimilar los beneficios. Es importante que el cuerpo y la mente tengan la oportunidad de procesar e integrar la experiencia para registrarla por completo. Al igual que precisamos hacer una limpieza después de una fiesta o luego de preparar una gran comida en la cocina, la mente y el cuerpo necesitan limpiarse y reorganizarse. He visto a muchos niños salir de la relajación con la cara tranquila, los ojos brillantes y una leve sonrisa que me demuestra que han logrado conectar con lo más profundo de su ser. En mi opinión, esto es lo más importante para ellos. Me inspira a trabajar con empeño para generar las condiciones necesarias que les permitan tener esta experiencia.
He visto a muchos niños salir de la relajación con la cara tranquila, los ojos brillantes y una leve sonrisa que me demuestra que han logrado conectar con lo más profundo de su ser.
Tanto si compartes prácticas de yoga con tus hijos en casa, como si enseñas clases de yoga para niños o les haces tomar un descanso en el aula de la escuela, estos cinco consejos te ayudarán a facilitarles una experiencia de descanso y renovación. Verás que cuando se acostumbren a esta postura, te la pedirán a menudo.
Deja que elijan su posición. Acostarse boca arriba puede hacerlos sentir vulnerables e incómodos. Los niños suelen estar más cómodos acostados sobre un lado o boca abajo. De hecho, cuando los niños se sienten nerviosos e inquietos, los invito a ponerse boca abajo. Esto les ayuda a sentirse arraigados y limita los estímulos sensoriales que reciben del exterior. Con el tiempo, los niños se sentirán cómodos en la postura clásica, pero hay que dejar que la encuentren por sí mismos. En un aula escolar, donde el espacio es escaso, alcanza con que los niños se sienten en sus sillas o en el piso contra la pared.
Crea un ambiente tranquilo. Baja las luces, reduce los sonidos en la medida de lo posible y alcánzale a cada niño una manta. El peso de la manta relaja el sistema nervioso y amortigua los estímulos sensoriales sobre la piel. Las almohadillas para los ojos también son agradables. Los niños pueden jugar con ellas o colocarlas sobre su vientre; eso no tiene nada de malo. Algunos niños precisan tener algún juguete en las manos para aquietar su mente.
Relaja el cuerpo. Es difícil quedarse quieto cuando hay demasiada energía en el cuerpo. Una práctica íntegra de yoga es el mejor requisito previo para un descanso profundo. Otra técnica es pedirles a los niños que simulen ser un bicho muerto: "Acuéstate boca arriba con las piernas y los brazos en el aire. Primero muévete lentamente y luego sacude tus extremidades como un insecto que está a punto de morirse. Después, deja caer los brazos y las piernas al suelo". A los niños les hace mucha gracia y los ayuda a relajar el cuerpo.
Relaja la mente con un cuento. Es poco probable que un niño acostado sin ningún tipo de orientación logre descansar profundamente. Las visualizaciones guiadas son maravillosas para ellos, ya que involucran su mente de una manera suave y tranquilizante. Yo las llamo "cuentos relajantes".
Revisa tus expectativas. Esta es quizás la parte más importante. Define tus expectativas para obtener un resultado positivo. Las creencias y las intenciones tienen un impacto significativo en nuestra experiencia. Si crees que los niños son revoltosos y no se relajan, estás en lo cierto. Si crees que los niños están desarrollando una habilidad que les servirá para toda la vida y solo necesitan algo de orientación y tiempo para familiarizarse con ella, también estás en lo cierto. Te será muy útil sentarte y encontrar tu propia calma. Deja que la experiencia de la quietud y la paz inunde tu conciencia y observa cómo eso llega a los niños.
Define tus expectativas para obtener un resultado positivo. Las creencias y las intenciones tienen un impacto significativo en nuestra experiencia.
Los niños se benefician de este descanso profundo no solo al final de una clase de yoga, sino también en cualquier momento del día. Siempre les recuerdo que pueden tomarse este tipo de descanso después de una fiesta de cumpleaños, al llegar a casa de la escuela, después de jugar al aire libre y antes de la cena o en cualquier momento en que estén cambiando de una actividad a otra.
Los padres saben que durante las transiciones se producen la mayoría de las crisis, así que fomentar un momento de descanso puede ayudar a prevenirlas. Los niños aprenden a lavarse los dientes, a preparar el bolso para el colegio y a poner la mesa, así que también pueden aprender a tomarse descansos de diez minutos a lo largo del día. Los niños quieren y necesitan descansar, de nosotros depende crear las condiciones para que puedan hacerlo.
¿Cuáles han sido tus éxitos y dificultades para conseguir que los niños que te rodean se tomen estos valiosos descansos durante el día o después de una práctica de yoga?