Con la práctica regular de un pranayama llamado bhramari, la dicha aparece en nuestro corazón. También es un alivio para el insomnio, las infecciones sinusales y los problemas de tiroides y estrés.
"Mientras exhalas, haz el sonido de la abeja hembra", recitó dulcemente el instructor vestido con un sari. Nos encontrábamos en una clase en el ashram de Swami Vivekananda, en las afueras de Bangalore. Meses después volví a tener la oportunidad de probar el pranayama del zumbido de la abeja: esta vez fue con Rod Stryker, en una conferencia en las Montañas Rocallosas.
Quizás fue la altitud o la forma en que Stryker lo enseñó, pero experimenté una fuerte conexión con la antigua práctica de bhramari. Me sentí tranquilo y claro y el sonido continuó resonando en mí largo rato después de finalizada la clase.
De esta manera comencé una práctica diaria que he continuado durante todos estos años. A través de bhramari me hice sensible a la vibración física de las ondas de sonido y, de manera inesperada, se despertó en mí el amor por el canto, una pasión que demoró mucho tiempo en aflorar.
El zumbido incesante de bhramari puede silenciar el interminable ruido mental que alimenta el sufrimiento emocional, siendo un buen punto de partida para las personas cuyas mentes son demasiado "ruidosas" como para meditar.
Bhramari es una práctica segura y fácil de aprender y tiene un enorme potencial terapéutico. Al igual que otros pranayamas, parte de su poder proviene de sus efectos sobre el sistema nervioso autónomo (SNA). Cuando hacemos la exhalación más larga que la inhalación, activamos la subdivisión llamada “sistema nervioso parasimpático”, conocida por su función relajante.
Para aquellos que sufren de ansiedad o depresión ansiosa (rajásica), esta práctica ayuda calmando la mente con unas pocas respiraciones. El zumbido incesante de bhramari puede silenciar el interminable ruido mental que alimenta el sufrimiento emocional —al menos durante unos minutos— siendo un buen punto de partida para las personas cuyas mentes son demasiado "ruidosas" como para meditar.
Encuentra una posición sentada cómoda, ya sea en el piso o en una silla. Si eliges sentarte en el suelo, coloca debajo de la pelvis el apoyo necesario para que los muslos se inclinen hacia abajo. Mantén siempre la curva natural de la columna lumbar. Si prefieres una silla, siéntate en el borde para que tus muslos se inclinen y los pies queden completamente apoyados sobre el piso. (Si tus pies no llegan al piso, ponlos sobre un par de bloques de yoga).
Equilibra siempre el esfuerzo y la comodidad. Haz un zumbido de volumen moderado, pero sin forzarlo. Mantén los músculos faciales y la mandíbula relajados, con los labios apenas abiertos y las mandíbulas ligeramente separadas. Prolonga el zumbido en la exhalación mientras te sea cómodo y te permita inhalar suavemente (sin jadear para conseguir aire). Si comienzas a sentirte agitado, detente y regresa a la respiración normal.
Siéntate cómodamente y deja que tus ojos se cierren. Toma una o dos respiraciones para instalarte y observar el estado de tu mente. Cuando estés listo, inhala. Luego, mientras dure la exhalación, haz un zumbido de tono bajo a medio en la garganta. Observa cómo las ondas de sonido hacen vibrar suavemente la lengua, los dientes y los senos paranasales. Imagina que el sonido está vibrando en todo tu cerebro (realmente es así). Haz esta práctica durante seis rondas de respiración. Con los ojos aún cerrados, regresa a tu respiración normal. Observa si algo ha cambiado.
Una vez más, toma un par de respiraciones para prepararte. Haz seis rondas más de bhramari básico. Después de tu sexta ronda, cambia al bhramari silencioso, en el que imaginas que haces el zumbido en cada exhalación, pero no lo haces. Repítelo durante seis rondas. Observa si todavía puedes sentir las vibraciones en tu cara y los senos nasales.
Una forma de intensificar los efectos de bhramari es agregar el shanmukhi mudra (cierre de las siete puertas). Bhramari incentiva el pratyahara (el regreso de los sentidos hacia nuestro interior), por lo que puedes aumentar su efecto al bloquear la entrada de los sentidos con los dedos. Primero prueba la versión simple: utiliza tus pulgares para presionar el trago de cada oreja (el pequeño bulto de cartílago junto a la entrada al oído) y así bloquear el canal auditivo. Practica un bhramari de tono bajo a medio durante seis rondas de respiración. Cuando hayas terminado, libera las manos y respira normalmente.
Siéntate derecho y coloca tus manos en tu cara con un pulgar en cada trago, los dedos índice tocando ligeramente las esquinas internas de tus ojos, los dedos medios a los lados de la nariz, los dedos anulares sobre los labios y los meñiques justo debajo. Asegúrate de hacer una muy leve presión sobre los globos oculares. Haz seis rondas más de bhramari de tono bajo a medio, libera las manos y observa los efectos. Si padeces de ansiedad, depresión o claustrofobia, es posible que no disfrutes esta versión con shanmukhi mudra. En ese caso, saltéala.
Cuando produces un sonido, vibra —literalmente— desde la parte superior de tu cabeza hasta las puntas de los dedos de los pies, aunque no lo sientas. Diferentes tonos vibran a diferentes frecuencias. Las notas graves y otros sonidos de tono bajo vibran lentamente, mientras que los sonidos de tono alto o agudos vibran rápidamente, tanto que algunos llegan a vibrar miles de veces por segundo.
Una vez que te hayas acomodado en una posición sentada y relajada, cierra los ojos y respira unas cuantas veces. Ahora haz seis rondas de bhramari agudos, con o sin shanmukhi mudra. Fíjate en qué lugar sientes la vibración en tu cabeza: es probable la notes más arriba que el sonido de tono bajo. ¿Sientes que el sonido de tono más alto es más estimulante? Experimenta con diferentes tonos y volúmenes y compara los resultados.
Aunque la ciencia ha estudiado muy poco sobre las aplicaciones terapéuticas que puede tener bhramari, la tradición del yoga nos enseña que los sonidos bien elegidos tienen efectos poderosos y saludables. Aunque las ondas de sonido de bhramari no ayudan de manera directa a la tiroides, los efectos de la práctica se pueden percibir en un sistema nervioso más equilibrado, una mente más tranquila y una conciencia más abierta.
Después de todos los bhramari que acabas de hacer, ¿por qué no te sientas derecho otra vez y pruebas con un Om o algún otro canto conocido para ver si lo sientes distinto?
El lugar donde el sonido resuene —así como los efectos energéticos de los diferentes tonos y volúmenes— te indicará qué variante de bhramari te ayudará mejor en cada situación.
Insomnio. Un sonido tranquilo y grave —quizás con la ayuda de un shanmukhi mudra— tranquiliza el sistema nervioso y la mente.
Infección sinusal o congestión nasal. Un sonido más fuerte de tono medio a alto es la mejor opción para abrir las vías respiratorias.
Problemas tiroideos. Prueba con un sonido de tono medio y suma un bloqueo jalandhara bandha (bloqueo de garganta) para dirigir las ondas de sonido hacia la garganta.
Estrés. Ya sea en el trabajo o en público, utiliza la variante silenciosa para que los demás no escuchen tu ejercicio.