6 consejos para enseñar yoga a principiantes

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Enseñar una sesión de yoga para principiantes puede sonar sencillo (aquí es donde todos los que han enseñado o enseñan clases para principiantes me interrumpen con un "¡Ja! Eso crees tú". No se preocupen, ya llego a ese punto). Por esta razón, a los maestros de yoga que recién terminaron su formación generalmente se les encarga  la clase de principiantes. Porque "principiante es igual a fácil", ¿verdad? No, no es tan cierto si tú eres el profesor.

La verdad es que la clase de principiantes puede ser una de las más difíciles de enseñar.

La verdad es que la clase de principiantes puede ser una de las más difíciles de enseñar. También puede ser una de las clases más divertidas y gratificantes (no te preocupes, también llegaré a eso). Claro, las posturas que ofrecerás en una clase para principiantes quizás sean bastante simples, pero enseñar un perro mirando hacia abajo desde cero es mucho más complicado que simplemente decir "perro mirando hacia abajo" y, además, tienes que corregir algunas posturas o dar indicaciones para mejorarlas como lo harías en una clase con diferentes niveles o de nivel 1, 2 o 3. ¿Y conseguir que el mismo perro mirando hacia abajo sea interesante, accesible y suficientemente desafiante para todos tus alumnos? Es más difícil de lo que parece. Describir las posturas paso a paso sin depender del lenguaje especializado del yoga, responder a preguntas espontáneas y ofrecer variantes de posturas óptimas para nuevos alumnos con distintas complexiones físicas, habilidades y razones para venir a clase por primera vez requiere que el maestro se sienta realmente cómodo y tenga un gran conocimiento sobre las asanas que está enseñando. ¡Y estas son habilidades que se desarrollan con el tiempo y la experiencia!

Aunque tenía un poco de experiencia en la enseñanza de asanas para todos los niveles, cuando comencé a enseñar yoga para principiantes (¡casi seguro que mucho antes de lo que debí haberlo hecho!), sentí como si me empujaran de un trampolín, sin salvavidas, al grito de ¡aprende a nadar! Recuerdo vagamente que me paré en el borde de mi tapete, dije algo utilizando la jerga del yoga y me encontré con algunas miradas en blanco y expresiones de confusión. Hice la demostración de las posturas (esto ayudó), escupí todo lo que había escuchado sobre tadasana (esto no ayudó) y traté realmente de sonar como si supiera de lo que estaba hablando. Finalmente, una estudiante levantó la mano y dijo: "Discúlpeme, pero creo que no sabemos de qué está hablando". En ese momento me puse nerviosa, mi confianza se fue al suelo y quise llorar. Sin embargo, como parece que estoy predispuesta genéticamente a reírme en los momentos menos apropiados, me empecé a reír (creo que tuvo algo que ver darme cuenta de lo ridículas que habían sonado mis instrucciones sobre "inflar los riñones" o "respirar en el pliegue de la cadera derecha").

Pensé que había arruinado totalmente la clase y estaba segura de que me prohibirían volver a enseñar en ese lugar. No obstante, yo quería realmente mostrarles a los tres estudiantes parados frente a mí que el yoga no era una porquería en absoluto (aunque mis indicaciones lo habían sido). Con mi ego un poco lastimado, respondí algo como: "Tienes razón, eso fue ridículo" y resolví enseñarles las posturas como si se las estuviera explicando a mi hermana o a mi mejor amiga: de manera sencilla, informal y con un lenguaje coloquial. Años después, en una capacitación para maestros, aprendería que esto se llama "lenguaje callejero", algo sumamente importante aunque significara deshacerme de la mayoría de las indicaciones para alinear que creía que debía enseñar.

¿Y sabes qué? No estuve tan mal después de eso. Dejando de lado ese comienzo incómodo, estoy casi segura de que, al final, la clase no fue tan terrible. Los alumnos se quedaron, sonrieron y continuaron regresando las semanas siguientes. Yo aprendí mucho. Por ejemplo, aprendí que enseñar una secuencia de yoga a un principiante no es decir todo de la forma "correcta", ni demostrar cuánto se sabe sobre determinada postura. Se trata de darles una experiencia de yoga divertida, segura y accesible. En resumen, se trataba de ellos, no de mí.

Y también vi que para dar una clase de principiantes realmente efectiva, necesitaría ver las posturas de una forma totalmente nueva. De esta forma podría explicarlas de manera clara y segura, sin memorizar un guion ni repetir las mismas indicaciones de siempre. Esto dio como resultado más entrenamiento, más estudio y más práctica. Por último, me ayudó a tener más confianza tanto en mis habilidades de maestra como en mi propia práctica de yoga.

Me he dado cuenta de que enseñar clases a principiantes es un verdadero privilegio.

Con el tiempo, me he dado cuenta de que enseñar clases a principiantes es un verdadero privilegio. A fin de cuentas, ¡soy la persona que los introduce al yoga por primera vez! Esto me encanta y me emociona. Es algo en lo que realmente creo. Es como mostrarle a un amigo tu libro, película o restaurante favorito, pero mejor. Pero, a diferencia de las novelas para jóvenes aclamadas por la crítica, las tiendas de sándwiches fuera de lo común y las películas de Wes Anderson (por maravillosas que sean), el yoga ha sido una fuerza increíblemente curativa y poderosa en mi vida. Y ser capaz de compartirlo con los demás, con la esperanza de que también puedan encontrar su sanación y su poder en esta práctica, es un regalo increíble.

Creo que fue por esa revelación que me he interesado en aprender cada vez más en cómo puedo ayudar mejor a los practicantes que recién comienzan. Y con el mismo espíritu de querer gritar a los cuatro vientos lo que me ha ayudado y me ha inspirado, aquí les dejo los seis consejos más útiles que he aprendido hasta ahora para crear una clase para principiantes segura e interesante.

1. Que tus indicaciones sean simples

Si bien es importante establecer los fundamentos para obtener una alineación segura y saludable, no querrás darles a los nuevos tantas indicaciones y precisiones que los dejen abrumados o confundidos. Después de todo, nuestra memoria de trabajo es limitada: cuando estás aprendiendo una nueva habilidad, no puedes procesar mucho a la vez. La sobrecarga de información puede ser estresante, frustrante y confusa. Si los bombardeas con muchos datos al mismo tiempo, tus alumnos pueden llegar a sentir que simplemente "no están entendiendo" o "no son buenos" para el yoga, cuando en realidad solo están agobiados.

Que tus indicaciones sean simples.

Cuando estás enseñando a principiantes, es mejor enseñar la "forma básica de la postura". Esto simplemente significa guiarlos con cuidado hacia la forma genérica de la postura (o la variante elegida). A partir de aquí, puede ser útil ofrecerles una o dos indicaciones de alineación adicionales. O quizá no.

Aquí hay algunas pautas básicas a seguir cuando les enseñas una postura a nuevos yoguis:

Preparar la postura

Esto significa explicar de qué manera deben ubicarse, qué tan amplia debe ser la postura, qué accesorios van a usar y cómo deben hacerlo, dónde colocarán sus manos y/o pies, cómo comenzar la postura y, si es importante, si deben comenzar con una inhalación o una exhalación.

Por ejemplo, al preparar virabhadrasana II (guerrero II) puedes decir:

Gira para quedar de frente al borde largo del tapete y da un paso para separar los pies. Aquí tendrás que dar algunas pautas generales para determinar qué tan separados deben estar los pies. En mi caso, les pido que que extiendan sus brazos en forma de “T” y que separen los pies lo suficiente como para que sus muñecas queden en línea sobre los tobillos.

  • Gira ligeramente el pie de atrás.

  • Gira el pie de adelante sobre el talón, de manera que los dedos apunten hacia el lado corto del tapete.

  • En una exhalación, flexiona la rodilla delantera para ubicarla en línea sobre el talón delantero.

  • En una inhalación, levanta los brazos hacia los costados para formar una "T".

  • En tu próxima exhalación, gira la cabeza para mirar la mano que está delante (solo si tu cuello se siente cómodo).

Así estás preparando la postura, enfocándote en crear una base estable y haciendo la figura colocando los huesos uno encima de otro. Así está bien.

¿Y luego?

Recuérdales que sean conscientes de su respiración y enséñales, según lo que ves, ofreciendo una o dos sugerencias de alineación, solo si es necesario.

Mira lo que están haciendo tus alumnos en la postura. ¿Hay algo que les puedas sugerir para que esa postura la hagan de forma más más segura o cómoda? Por ejemplo, en el guerrero II es común que la rodilla delantera se caiga hacia el lado interno (sobre todo cuando los muslos internos están débiles y las caderas externas tensas), lo que arriesga los ligamentos de la rodilla a una lesión. No tienes que meterte con toda la anatomía (a menos que tengas un grupo de principiantes a los que les interese realmente esas cosas), basta con decir simplemente "trae tu rodilla delantera hacia el borde exterior del pie". O, si notas que un practicante está teniendo dificultades para mantener el equilibrio, sugiérele que amplíe un poco la postura llevando el pie delantero un poco más hacia el costado o muéstrale opciones con la pared o una silla.

¿Y entonces? ¿Están todos seguros? ¿Están respirando? ¡Fabuloso! No hay necesidad de ser súper crítico con la alineación. El objetivo en una clase para principiantes es brindarles a los practicantes una experiencia positiva de yoga y no corregirlos tanto que sientan que no pueden hacer nada "bien".

​​No hay necesidad de ser súper crítico con la alineación.

2. Hacer transiciones accesibles y sin complicaciones

Las transiciones pueden ser complicadas. Aunque dar un paso hacia adelante desde un perro mirando hacia abajo o saltar hacia una postura sentada son transiciones bastante comunes en las clases de yoga, ¡eso no significa que sean fáciles! De hecho, pueden ser bastante frustrantes para muchos practicantes (principiantes o no). Para generar confianza y evitar que tus alumnos se sientan molestos sin necesidad, mantén las transiciones simples cuando les presentas una postura por primera vez.

Cuando se enseña el guerrero I o parshvottonasana (la postura de la pirámide) por ejemplo, dar un paso atrás desde tadasana es una forma más accesible de armar la postura que tratar de dar un paso adelante desde el perro mirando hacia abajo.

Lo mismo vale en estos casos: caminar hacia atrás para ir desde uttanasana (postura de la pinza) a la estocada (en vez de dar el paso adelante desde el perro mirando hacia abajo) y, en el perro boca abajo, caminar con las manos hacia atrás para ir a uttanasana (en vez de caminar con los pies hacia adelante).

¿Y cuando estás haciendo la transición a sentado o boca abajo? Aquí lo mejor es deshacerse de la coreografía compleja y simplemente decirles a los estudiantes "siéntense" o "acuéstense boca abajo". Mantenlo simple.

3. Ir con calma y explicar la jerga del yoga

No asumas que los estudiantes sabrán inmediatamente qué significan las "líneas de energía", "acercarse a la línea media", "activar el mula bandha" o "anjali mudra". Utiliza una terminología que los nuevos entiendan y cuando presentes un nuevo término, ¡explícalo! Por ejemplo, podemos decir: "Haz fuerza con los antebrazos externos como si los llevaras uno hacia el otro, a esto se le dice 'abrazar la línea media', porque estamos haciendo fuerza hacia el centro del cuerpo". Lo mismo ocurre con los nombres de las asanas. Si eliges llamar a las posturas por sus nombres en sánscrito, explica lo que estás diciendo: "'adho mukha shvanasana' significa 'perro boca abajo' en sánscrito''.

Utiliza una terminología que los nuevos entiendan.

¿Y cuánta "charla sobre yoga" debes incluir (y explicar)? Depende del nivel de interés de tus alumnos (y de lo que tú como maestro te sientas capaz, cómodo y con ganas de compartir). Esto nos lleva al siguiente consejo útil.

4. Enseñar a quien está en la habitación

Decir "principiante" es decir simplemente que alguien es nuevo en yoga. No significa "no apto" o "fuera de forma" o cualquier otra idea preconcebida a la que podamos suscribirnos consciente o inconscientemente. Como cualquier practicante de yoga, los principiantes llegan con distintos niveles de aptitud física, intereses y razones personales para practicar yoga, estilos de aprendizaje preferidos, habilidades, limitaciones y hasta proporciones corporales. Esto significa que no hay una única forma de enseñarles y, si bien siempre es bueno estar preparado, puede que tengas que ajustar tu planificación de la clase y tus expectativas para ayudar a los practicantes que realmente están en el salón haciendo la práctica contigo.

5. Sé amable al corregir y ayuda a tus practicantes a sentirse realizados

En realidad este es un consejo para aplicar con todos los practicantes, sean nuevos o no, sin embargo, tiene más importancia con los principiantes.

En lugar de tratar de "arreglar" lo que está "mal" en tus alumnos, enfócate en celebrar genuinamente sus fortalezas.

Las primeras impresiones cuentan mucho, y como mi madre siempre me recordó, solo tendrás una. Entonces, ¿qué podemos hacer para que los nuevos tengan una primera impresión positiva del yoga? Parte de esto se reduce simplemente a practicar la bondad. Honra la maravillosa individualidad de cada uno de los estudiantes que se presentan en tu clase. En lugar de tratar de "arreglar" lo que está "mal" en tus alumnos, enfócate en celebrar genuinamente sus fortalezas (por ejemplo, haz comentarios positivos concretos), usa un lenguaje neutro (abstente de usar términos como correcto/incorrecto, más/menos avanzado, más/menos flexible, más/menos fuerte, buena o mala alineación) y evita el tono de crítica al ofrecer correcciones o sugerencias.

Recuerda también que todos tenemos unas proporciones corporales únicas y eso determina que algunas posturas nos resulten más fáciles y otras más difíciles. Una persona no es un "mejor" practicante porque puede tocar el suelo con sus manos o tomarse de los tobillos en la postura del puente. Por ejemplo: yo tengo un torso largo y brazos cortos. Esto significa que cuando practico dandasana (postura del bastón), para poder colocar mis palmas planas en el suelo junto a mis caderas (como habitualmente se enseña) tengo que encorvarme. Si eso sucede, se frustra el propósito de la postura, por lo tanto, la practico apoyando las puntas de los dedos en el piso o colocando mis manos sobre bloques. Estas adaptaciones me permiten aprovechar los beneficios de la postura del bastón sin perjudicar mi columna vertebral, pero a pesar de eso, aún hay instructores que se me acercan y empujan mis palmas hacia el piso (logrando que me encorve) o, al verme en la variante sobre la punta de mis dedos, me aseguran que seré capaz de llevar mis palmas al piso cuando "sea más flexible". Ambos me hicieron sentir un poco marginada o hasta una mala yogui en el momento (a pesar de ser una practicante experimentada con conciencia de sus proporciones corporales).

Cuanto más podamos aprender los instructores acerca de cómo adaptar las posturas a cuerpos diferentes, más podremos dar una experiencia enriquecedora a todos los que vienen a clase. Porque a fin de cuentas, es mucho más importante que los alumnos se sientan seguros, realizados y aceptados en la clase de yoga que practicar posturas para una portada de revista (¡algo que no es importante en absoluto!).

6. Dar un espacio para preguntas

Cuando empiezas a aprender algo nuevo es natural que tengas preguntas. En yoga estas preguntas pueden ir desde: "¿Debo mantener los pies en el piso en la postura de la cobra?", hasta: "¿Dónde está el baño?".

Si te sientes bien con los estudiantes haciendo preguntas durante la clase, hazles saber que las preguntas son bienvenidas. (Después de mostrar algo nuevo, generalmente pregunto "¿Tiene sentido? ¿Alguien tiene preguntas?" como un recordatorio).

Y si es posible, llega temprano, especialmente para la primera clase del curso de principiantes, para que puedas responder a cualquier consulta previa a la clase y piensa en quedarte un par de minutos más en caso de que alguien tenga alguna pregunta que preferiría hacer en privado.

¿Y si no sabes la respuesta? Recuerda que: "No lo sé, pero haré todo lo posible para averiguarlo" o "no lo sé, pero te diré quién puede ayudarte" son respuestas perfectamente aceptables (y, en general, mucho más útiles que una suposición o una no-respuesta esotérica cargada de charla sobre yoga).

Cuando le enseñas yoga a principiantes, tienes el privilegio de presentarle a otros humanos una práctica con el potencial de ser increíblemente sanadora y transformadora, mientras que tú también tienes la oportunidad de aprender cosas nuevas y maravillosas en el proceso. En el mundo del yoga, frecuentemente escuchamos referencias a la importancia de cultivar la "mente de principiante", pero esto no se aplica únicamente al rol de practicante nuevo. Como profesor, cada clase que enseñas te da la oportunidad para hacer nuevos y fascinantes descubrimientos (sobre el yoga, sobre tus alumnos y sobre ti mismo).

Como profesor, cada clase que enseñas te da la oportunidad para hacer nuevos y fascinantes descubrimientos.

Y quizá lo más importante de todo: cada clase trae consigo un nuevo comienzo y una nueva oportunidad para ofrecer amabilidad, aceptación, ánimo y apoyo a todos los que llegan a esta práctica.

Acerca del Maestro

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Kat Heagberg (Rebar)
Hi, I’m Kat! I’m a teacher for Yoga International and co-author of Yoga Where You Are with Dianne Bondy... Leer más