Seamos honestos: hoy en día existen un montón de clases de vinyasa.
¿Qué es lo que tú puedes hacer para asegurarte que tu clase sea increíble? ¿Qué esencial para diseñar una clase sólida, más allá de lo básico (como realizar una secuencia de manera segura, dar indicaciones sobre la respiración y asegurarte que nadie se desmaye)? Y, ¿cómo puedes crear una experiencia que haga que tus alumnos quieran volver?
Aquí tienes siete consejos clave:
No uses tu “voz-de-yoga”. He tomado clases con amigos que son geniales y divertidos personalmente. Pero cuando se paran frente a una clase, su personalidad desaparece y se convierten en robots del yoga. No tengas miedo a ser real, usar tu tono natural como lo harías en cualquier conversación. Hasta puedes decir un par de malas palabras una o dos veces (si hablas así normalmente). Las personas se sienten más relajadas ante a un líder confiado y, si te muestras relajado, tus alumnos se sentirán como en casa. Por eso...
No uses tu “voz-de-yoga”.
Esta es la respuesta que más he escuchado de las personas que han tenido una experiencia negativa en clase. ¿Has asistido a una clase donde el profesor está tan preocupado por llenar los momentos de silencio que termina hablando durante toda la hora? Honra la naturaleza introvertida y meditativa de la práctica. Hablar constantemente dificulta alcanzar el estado de meditación y puede resultar invasivo, inútil y realmente molesto. Así que detente. No pienses que debes explicar todo lo que has aprendido sobre una postura o un tema filosófico durante cinco respiraciones. Brinda las instrucciones básicas necesarias, cuenta unas pocas respiraciones a lo largo de la clase y luego CTB (cierra tu boca). Tus alumnos te lo agradecerán.
Esto no significa que debes coreografiar tus rutinas al ritmo de la canción de Skrillex que se escucha de fondo. Deja que tu vinyasa vaya al ritmo del corazón. Mucho antes de comenzar a hacer yoga, tocaba el piano y la trompeta. Tener un fuerte sentido del ritmo (la famosa cuenta de 1-2-3-4 que todo músico conoce, guiada por un metrónomo, manteniendo todo en tiempo) ha sido beneficioso para mi enseñanza.
Si puedes hacer que tu sesión fluya siguiendo un buen ritmo musical, como si estuviera respaldada por un metrónomo, tus alumnos se dejarán llevar más fácilmente por el ritmo meditativo de la respiración. El Ashtanga Primary Series hace esto muy bien. Como es el precursor del vinyasa de estilo libre, te recomiendo que lo estudies, aunque sea un poco. Deja que su cadencia te inspire.
Determinar la sesión no es física cuántica. Tener un plano básico de la práctica les asegurará a tus alumnos que siempre recibirán un flujo bien integrado. Aquí hay un ejemplo: comienza el calentamiento con el saludo al sol (o sus variantes) y enciende tu core, pasa a torsiones y posturas de pie, fluye hacia algunas posturas del guerrero intercaladas con un par de flexiones hacia adelante. Luego continúa con flexiones hacia atrás y cierra con posturas sentadas, estiramientos en posturas reclinadas y torsiones, finaliza con cualquier postura de cierre tradicional: como la de la vela o la postura sobre la cabeza (o sus variantes).
Me gusta armar las secuencias una clase enfocándome en un estudiante. Por ejemplo: me imagino una madre soltera que solo puede tomar una clase a la semana. Esta es la única hora en la que tiene una niñera, el momento que se dedica a ella misma. Entonces, ¿cómo puedo garantizarle la práctica de un flujo de yoga fuerte y sustancioso? Dejo las posturas más largas para los talleres e inmersiones de todo un día. El tema de este vinyasa es el flujo meditativo.
Arma la secuencia enfocándote en un alumno.
Toma un par de respiraciones para encender a tus alumnos, quizás luego de las primeras tres rondas del saludo al sol. Enséñales variantes de navasana (postura del barco), alguna postura de la tabla con antebrazos y la postura de la tabla o la variante vasishthasana (postura de la tabla lateral) para involucrar al core. Tus alumnos tendrán más energía para ese tipo de cosas al comienzo de la clase que al final. Además, esto apoyará el resto de la práctica al hacer que las inversiones, las posturas de pie y las flexiones hacia atrás sean mucho más fuertes. Trabajar el core es una buena forma de entrar en calor al comienzo de la sesión.
Sí, muchos de los aficionados del vinyasa como nosotros aman una práctica intensiva de ritmo rápido. Pero el objetivo de transpirar y respirar en asana es liberar al cuerpo de su incomodidad y calmar la mente, para sentarnos tranquilos con nosotros mismos en la meditación (aunque sea un par de minutos antes de savasana). Tómate tu tiempo para que el grupo se siente tranquilo. Escuchen la respiración, dejen que el sonido del reloj y de los autos en la calle se desvanezcan. Y recuérdales a tus estudiantes que el foco de práctica es eliminar todo pensamiento para que sus mentes inquietas encuentren la paz.
Desde allí, dirígete hacia un largo savasana. Incentiva a los estudiantes a quedarse en esa posición por algunos minutos. Luego, guíalos a través de una última exhalaaaaación de limpieza. Ahora deja de hablar y permite que disfruten del silencio. Deja que la sensación de vacío y la tranquilidad sean sus maestros. A veces el silencio dice más de lo que nosotros podemos decir.
Quizás el consejo más importante es este: esta clase no es sobre ti. No eres un actor ni un gurú carismático. Eres un vehículo para lo divino, un guía espiritual. Tú eres el que lleva el mapa de ruta para guiar la meditación de otras personas.
Quizás el consejo más importante es este: esta clase no es sobre ti.
Una clase de yoga no es un teatro ni un concurso de belleza. A nadie le importa lo que estás usando, así que no te estreses si se te salió la pintura de las uñas o tu ropa no está a la moda. Y no te tomes de manera personal si alguien modifica una postura o tiene que irse temprano de la clase. Quién sabe, quizás tiene una lesión o un problema estomacal o tal vez debe cumplir algún compromiso.
Enfócate en brindar la práctica más amorosa, pensada, intuitiva e integral que puedas dar. Déjate ir y confía en la práctica.