Cada vez que abro Instagram, me encuentro con unas 5 a 10 transmisiones en vivo. Facebook está repleto de tutoriales y lecciones gratuitas. Puedo encontrar clases de mis maestros favoritos a través de Yoga International a cualquier hora del día.
En cualquier otra circunstancia esto podría ser como el paraíso de los yoguis, pero en el momento en el que escribo esto estamos en medio de una pandemia. Claramente, no estamos en el paraíso.
Casi todos estamos ansiosos por recomenzar las clases regulares en el estudio, pero nadie sabe cuándo podremos hacerlo. Si bien nada se compara al nivel de conexión humana e intimidad que nos brindan las clases presenciales, las clases en línea al menos nos permiten mantenernos conectados entre maestros y alumnos. Además, ayudan a que los estudios de yoga puedan mantenerse a flote.
Como le gusta decir a un sabio amigo mío, “no permitas que lo perfecto interfiera con lo bueno”. ¡Hacer yoga con un teléfono o un ordenador portátil es suficientemente bueno!
Aún así, hay maneras de hacer que la experiencia del yoga en línea sea mucho más que simplemente "buena": es posible que sea agradable y satisfactoria. Con esto en mente, he creado una guía para que los estudiantes puedan sacar el mayor provecho posible a estas clases. Tiene varios consejos y trucos para que la experiencia se sienta más auténtica, gratificante y divertida. Pero antes de comenzar, dejo un descargo de responsabilidad:
No todo lo expresado en este artículo será útil para todos. Imagina que es un buffet: toma lo que te interesa o te resuena e ignora el resto. Tenemos cuerpos, sensibilidades y condiciones de vida diferentes e, incluso, las tecnologías a las que accedemos son distintas. Necesitamos recordar lo esencial de la práctica: todo se trata del yogui, no del yoga. Se trata de ti. Tú eres el único que determina lo que es mejor para ti. Y ahora que estás en casa, solo tú eres capaz de tomar esa decisión. La parte más difícil es también la mejor parte. Eres libre.
Tu teléfono móvil es un pequeño dispositivo fenomenal. Es una supercomputadora que cabe en tu bolsillo. ¡Genial! Pero también es un instructor de yoga terrible. Es como un maestro que transmite tus mensajes de texto y correos al mismo tiempo que te enseña. Es un maestro que puede volverse un videojuego o la línea de tiempo de Twitter con solo deslizar un dedo. Esperar tener una buena clase de yoga desde el teléfono con todas las notificaciones activadas es como esperar recibir una comida de calidad de una máquina expendedora.
Tan pronto como termines de leer este artículo, hazte un favor: busca en Google "cómo transmitir desde mi teléfono a la TV". Haz que tu maestro de yoga virtual se haga más grande. Búscale un buen lugar en tu casa desde donde pueda enseñarte. Una vez tengas todo organizado, coloca tu teléfono en modo "no molestar" y déjalo al lado del televisor hasta que termines tu clase. Créeme que será mejor. Entiendo que quieras mantenerte en contacto durante tu clase, pero tu experiencia no será la misma si estás revisando Facebook entre las posturas.
Si usas una laptop, ten en cuenta apagar las notificaciones antes de que comience la clase. Amplía el video a pantalla completa y coloca tu ordenador a una altura y un ángulo donde puedas ver la clase sentado, de pie o acostado. Esto lleva algo de práctica. Pon un video en YouTube y tómate un par de minutos para encontrar el punto exacto. Cuando comience la clase, verás que valía la pena hacer toda esta preparación.
Si prefieres mantener a tu maestro del tamaño de tu bolsillo, recuerda que las indicaciones verbales serán más importantes, ya que no te será fácil ver lo que va demostrando.
Los centros de yoga suelen tener accesorios. El estudio que dirigimos con mi esposa Sarah en Saskatchewan tiene una habitación repleta: bloques de madera y espuma, bolsters o cojines de yoga, mantas, cuerdas, correas, balones, ruedas de yoga, sillas, taburetes de inversión, cuñas, rodillos y un surtido de otras útiles herramientas. Pero, a menos que seas maestro de yoga o practiques seriamente en casa, es poco probable que tengas un cuarto lleno de accesorios.
Las opciones que verás a continuación son muy útiles, puedes hacer muchas cosas con un tapete, un bolster, una banda, un bloque y algunas mantas (si tienes accesorios en casa, saltéate esta sección).
• Los libros son una buena alternativa a los bloques. En un apuro, un libro de tapa dura puede reemplazar a uno de estos útiles accesorios. Si te preocupa que se abra y se vuelva inestable, prueba colocarle un par de bandas elásticas a su alrededor para que se mantenga cerrado.
• Las mantas son útiles para casi todo: pueden ser excelentes cojines para meditar, bolsters improvisados o amortiguadores para superficies duras e incómodas. Si no tienes mantas de algodón grueso, las toallas de playa pueden servir. Ten una pila de tres a cinco cerca de tu espacio de práctica. Si no las llegas a usar como accesorios, te harán sentir cómodo y calentito.
• Los cinturones, corbatas y bufandas funcionan como una buena opción a las correas de yoga. Los cables de extensión, las correas para mascotas y los trozos de cuerda también sirven como sustitutos.
• Las sillas pueden usarse para muchas cosas. Aunque tu maestro no las utilice, tú puedes sentarte para meditar si el piso te resulta incómodo. También puedes aprovecharlas para apoyarte en las posturas de equilibrio o incluso como pedestal para colocar tu laptop o teléfono.
Los centros de yoga te brindan maestros, clases, accesorios y un espacio físico para la práctica. Eso es lo importante. Pero una de las cosas más importantes que hacen los centros de yoga es crear una atmósfera. Hay una "sensación" particular en un buen centro de yoga. Tu lugar puede ser sentirse cálido, limpio, espacioso y acogedor; es un espacio en el que el bienestar y el alejarse del caos exterior son la prioridad.
Entonces, cuando estés practicando en casa, preocúpate por crear una atmósfera que te acompañe. Aquí tienes algunos consejos para lograrlo:
Si vives con familiares o amigos, pídeles que hagan silencio. Pueden usar audífonos en sus dispositivos, leer en silencio o salir un rato (¡guardando distancia social, por supuesto!). O, si hay alguna habitación vacía en la casa, toma tu clase allí y ahórrate (y ahórrales) cualquier inconveniente.
Una vez que tengas tu tiempo y espacio en tranquilidad, enciende algunas velas o incienso. Piensa en la iluminación en general. Dependiendo de tu estado de ánimo, cierra o abre las persianas y juega con la luz de las lámparas y del techo. Aumenta o disminuye el brillo de tu pantalla. Si está muy brillante y necesitas relajarte, busca una almohadilla para los ojos, una toalla de mano o algo similar para cubrirte los ojos y bloquear la luz. Cuando se trata de crear la atmósfera en la que practicarás, no te limites a dejar todo como está y esperar lo mejor. Te mereces algo mejor que eso.
Piensa cuál es la vibra que quieres crear. Sabrás que lo conseguiste cuando la sientas. Vibras positivas, vibras de miedo, de arrogancia o relajación. Tu espacio de práctica en casa tendrá vibras. Depende de ti crear lo que deseas tener. De nuevo, puedes encender algunas velas. A algunas personas les gusta colocar cristales, flores y estatuas alrededor, otras prefieren practicar en una habitación limpia y espaciosa. Piensa en el tipo de espacio que te gustaría tener y luego intenta crearlo de la forma más parecida posible.
Otra cosa que brindan los centros de yoga —aunque inadvertidamente— es tiempo. Cuando llegas unos minutos antes a tu clase tienes un momento sobre tu tapete para calentar, charlar con tus compañeros o sentarte en silencio y prepararte. Después de savasana, al terminar la clase, tienes otra oportunidad para sentarte y percibir cómo te sientes. No eres devuelto de inmediato al mundo (a menos que tengas alguna urgencia). Los centros de yoga proveen una zona de amortiguación temporal que te ayuda a entrar y salir fácilmente de tu práctica.
Hacer yoga desde casa tal vez no tiene los mismos lujos. El comienzo de una clase puede ser interrumpido por tu pareja, tu hijo o tu compañero de piso. Puede que tengas que unirte unos minutos después porque te demoraste lavando los platos, la reunión del trabajo se hizo más larga de lo que esperabas o tus hijos necesitaban ayuda con una tarea. Hay un sinfín de maneras en las que puedes perder un tiempo precioso y a menudo subestimado: el pre y post yoga.
El post yoga es un momento especialmente bonito. A veces les digo a mis estudiantes principiantes que aprender yoga es como plantar un árbol. Es muy delicado al principio. Si no eres cuidadoso, puedes acabar arruinando y replantando el mismo retoño una y otra vez. Una vez plantado, este pequeño brote necesita ser protegido y alimentado. Debes aprovechar ese momento post yoga para dejar que eche raíces. Con el tiempo, las raíces del yoga habrán crecido profundamente dentro de ti y no habrá molestias ni perturbaciones en tu práctica. Tu yoga se convertirá en un roble fuerte y grande, que dará sombra a tu alrededor. Pero primero, necesita ser protegido y custodiado.
Asegúrate de tener un poco de post-yoga. Apaga todos los dispositivos electrónicos y siéntate o acuéstate en silencio. Piensa en lo que aprendiste, en lo que sentiste y en cómo te sientes. Saborea ese momento. Puede que no dispongas de mucho tiempo, pero aprovecha el que tienes. ¡Disfrútalo!
Una vez más, seamos realistas. El yoga es mejor en la vida real. No hay nada como estar en una habitación con gente con ideas afines, compartir una práctica que será experimentada de manera diferente por cada persona y que, de algún modo, también las unirá. Es mágico.
Con las clases de yoga sucede lo mismo que con tu comida: cada plato que preparas no siempre es el mejor. Algunas veces solo será algo nutritivo que alimentará el cuerpo y el espíritu. Un arroz al curry casero no necesariamente saldrá en el canal Food Network, pero hará su trabajo. Aunque no sea digno de un post de Instagram, sigue siendo bueno.
Tenemos muy poco control en cómo y cuándo terminará nuestro aislamiento. La falta de control es confusa e inquietante. Este nuevo mundo nos ha sido impuesto y se siente desolador. Lo que sí podemos controlar es cómo nos comprometemos con esta nueva realidad temporal. Tenemos opciones: podemos bajar la cabeza y llorar lo que hemos perdido en una fiesta de lástima colectiva, o podemos encontrar nuevas maneras de unirnos y apoyarnos unos a otros. Yo elijo lo último. ¿Y tú?