En el Bhagavad Gita (Canto del Señor) Krishna aconseja y consuela a su atormentado discípulo, Arjuna, contándole sobre los tres caminos. Dice que cada uno de ellos es un tipo de yoga (una forma de vivir en el mundo y, al mismo tiempo, de mantener la paz interior). Son el camino de la acción, el camino de la devoción y el camino del conocimiento.
El Gita comienza cuando Krishna aboga por el yoga de la acción (o camino del karma yoga). Krishna es persuasivo y establece pautas que son tan ciertas para la jardinería como lo son para hacer la guerra. Dice que el karma yoga es la capacidad de evaluar conscientemente la propia motivación, actuar con destreza y determinación y, además, no estar apegado al resultado de la acción.
En el camino del bhakti yoga, la ayuda es ofrecida y los espíritus son sanados a través del amor (a través del amor del alma por lo eterno y mediante el amor de lo eterno en cada alma).
Pero Krishna no se detiene allí. En los capítulos 7 al 12 del Gita, enseña el camino de la devoción y el amor, el bhakti yoga. Este camino generalmente se asocia a las personas que se expresan a través de la música, la poesía, la danza y otras bellas artes, y es sinónimo de una vida de servicio, oración y meditación, una vida dedicada a Dios. Pero no es necesario ser artista o miembro de una orden religiosa para encontrar alegría en el camino de la devoción. En definitiva, este camino es la elevación de los corazones humanos. En el camino del bhakti yoga, la ayuda es ofrecida y los espíritus son sanados a través del amor (a través del amor del alma por lo eterno y mediante el amor de lo eterno en cada alma).
El camino del bhakti yoga se revela espontáneamente. Para algunos, su encanto proviene de una atracción inherente a Dios. Para otros, la gratitud hacia el yoga se convierte en amor y respeto por un maestro, por un sistema de práctica o por el universo natural.
Sin embargo, un falso sentido de devoción puede llevarnos en la dirección equivocada. La mayoría conocemos personas cuya fe fanática en un maestro o dogma ha terminado en una decepción o algo peor. Podemos evitar esto haciendo preguntas sobre el bhakti yoga desde un principio. Por ejemplo, como practicantes, ¿se espera que alabemos a cierta persona, dios o tradición? ¿Cuál es la naturaleza de la devoción en el yoga? ¿Y cómo se expresa? Veamos las respuestas que da el Gita.
LA VOZ DE KRISHNA
El camino de la devoción comienza con un cambio en nuestra perspectiva, un cambio que el mismo Krishna inicia en el Gita. Esto está señalado por un cambio de lenguaje: cuando Krishna habla sobre el camino de la devoción, ya no está hablando en tercera persona.
Soy igual para todos los seres y mi amor es siempre el mismo; pero aquellos que me adoran con devoción están en mí y yo en ellos.
Porque incluso si alguien que hace el mal me adora con toda su alma, deberá ser considerado justo, porque su voluntad es justa.
Pronto se volverá puro y alcanzará la paz eterna. Pues ten en cuenta, Arjuna, que el que me ama no perecerá. (9:29–31)
Versos como estos resuenan en los capítulos intermedios del Gita. Son prácticamente idénticos a las palabras de Jesús y a las de otros grandes maestros que también inspiraron seguidores del camino de bhakti. Hablan con la voz de la Luz que se dirige a cada corazón humano.
¿Pero quién es Krishna? ¿Y cuál es su autoridad espiritual? Su nombre nos da una pista importante. El nombre Krishna deriva de la raíz del verbo sánscrito krsh, una palabra que significa "traer o llevar hacia adentro, traer hacia a uno mismo". Krishna no es simplemente un maestro encarnado. También es la fuerza interna que constantemente nos llama, llevándonos hacia nosotros mismos. Como una flor cuya forma y color atraen a las abejas errantes, Krishna es la voz de la belleza y de la verdad en nuestro interior que nos lleva hacia adentro para beber de nuestro propio ser.
El nombre Krishna deriva de la raíz del verbo sánscrito krsh, una palabra que significa "traer o llevar hacia adentro, traerse hacia a uno mismo".
Como no me manifiesto, los ignorantes piensan que soy esa forma de naturaleza inferior que puede ser vista por los ojos mortales: no conocen mi naturaleza superior, imperecedera y suprema. (7:24)
No obstante, cuando somos convocados por la voz de Krishna, no se espera que nos unamos a una nueva religión o desarrollemos una dependencia sentimental hacia un maestro. Y si bien algunos de nosotros nos sentimos atraídos por las historias y enseñanzas de Krishna, en el yoga no estamos obligados a aceptar la tradición de Krishna. El llamado del ser consiste en conocer el Ser. Es un llamado emitido por el propio corazón, un llamado que despeja los miedos y las fallas del pasado. En términos yóguicos, la voz de Krishna es la voz del amor, la verdad y la autoaceptación, que fluye a través de la propia alma.
ENCONTRAR EL CORAZÓN
Los yoguis describen el corazón como el asiento del sentimiento humano, el asiento del Ser. El propio Krishna dice:
Soy el Ser, que mora en el corazón de todas las cosas, y también soy el principio, el medio y el fin de todos los seres vivos. (10:20)
Esa es la razón por la que en muchos lugares de la India las personas se saludan inclinando la cabeza y juntando las palmas de las manos a la altura del corazón. En Occidente sucede algo similar: la señal de oración consiste en bajar la cabeza y unir las palmas en el pecho. Estos gestos reflejan la creencia de que es el corazón —y no la mente o el ego— el lugar donde nos vemos a nosotros mismos realmente.
Por otro lado, las personas que meditan descubren que la mente y el corazón no son tan opuestos como podrían parecer. Existe una dimensión silenciosa de la mente, llamada buddhi, que trae la energía del corazón a la conciencia. De hecho, en cierto sentido, el buddhi consiste en la energía del corazón. Cuando lo despertamos —al acallar nuestros sentidos y calmar la mente a través de la oración o la meditación— sentimos que las diversas fuerzas de la vida, incluidos nuestros propios deseos y emociones, se mueven por dentro. Y si estamos muy quietos, entre esas fuerzas sentiremos la presencia de aquello que es eterno.
Existe una dimensión silenciosa de la mente, llamada buddhi, que trae la energía del corazón a la conciencia.
Sin embargo, la mezcla de energías dentro de nuestro corazón puede ser confusa. Algunas son fantasías del momento. Muchas expresan deseos, hábitos y apegos que condicionan la forma en que actuamos. Algunas son intentos del ego por afianzarse. Y hay otras que reflejan experiencias espirituales y aspiraciones. A medida que examinamos estas diversas energías, no siempre es fácil saber la diferencia entre la verdad y el apego, entre la devoción y la dependencia.
El mayor problema aquí es nuestro hábito de proyectar la energía hacia afuera. Cuando buscamos que nos reconozcan como una persona devota o exigimos el amor y la atención de un maestro, es que nuestras necesidades emocionales se han proyectado hacia los “adornos” de la vida espiritual. El resultado de esto siempre es decepcionante. Pero cuando cultivamos el amor no por lo que el mundo ve como glorioso, sino por la flor de la vida que brota en nosotros, entonces nuestra devoción seguramente dará sus frutos. Porque, como nos dice Krishna:
De todo el conocimiento, yo soy el conocimiento del Alma. De los muchos caminos de la palabra, yo soy el que conduce a la Verdad. (10:32)
Según Krishna, el camino para que el corazón humano encuentre su manantial interior consiste en sosegar los impulsos poderosos y los apegos emocionales improductivos. Entonces la devoción —el amor que inunda una mente tranquila— puede revelar el fuego interno de la conciencia y sumergir nuestro corazón en alegría. Este estado es el pináculo de la experiencia devocional.
Ni por el estudio de los Vedas, ni por una vida austera, ni por las limosnas, los rituales o las ofrendas puedo ser visto de la manera en que tú me has visto [es decir, directo en mi interior].
Solo mediante un amor sin distracciones pueden los hombres verme, conocerme y adentrarse en mí.
Aquel que hace mi trabajo, que me ama, que me ve como meta suprema, quien está libre de las ataduras a todas las cosas y siente amor hacia toda la creación, él verdaderamente viene a mí. (11:53–55)
EL CAMINO DEL AMOR
Cuando amamos a alguien queremos estar cerca de esa persona, hacerle regalos, compartir experiencias y recibir su amor. Por amor ofrecemos apoyo en momentos de enfermedad y ánimo en los tiempos difíciles. No lastimamos ni dañamos a quienes amamos. El amor nos une.
Dar, recibir, compartir y unir son el camino del amor.
Pero, ¿por qué el amor nos lleva a comportarnos así? ¿Qué tiene el amor que lo hace tan transformador? No hay respuesta a estas preguntas, simplemente es la naturaleza del amor. Dar, recibir, compartir y unir son el camino del amor. Son brotes que florecen donde crece el amor.
Krishna nos llama a amar el amor. Aún hablando en primera persona, él pide que nos comportemos como alguien que está enamorado. Sin ser visto y sin ser escuchado salvo en la quietud del alma; él dice:
Entrégame tu mente y entrégame tu corazón, entrégame tus ofrendas y tu adoración; y así, con tu alma en armonía y convirtiéndome en tu meta suprema, en verdad vendrás a mí. (9:34)
¿Pero cómo hacemos esto? ¿Qué cambio en la vida nos anuncia que hemos descubierto el amor y que lo adoramos en medio de los asuntos cotidianos de la vida?
Si alguien me ofrece con devoción una hoja, una flor, una fruta o incluso un poco de agua fresca, acepto esa ofrenda de devoción de aquel cuyo ser es puro.
Cualquier cosa que hagas, cualquier cosa que comas, que ofrezcas, que des, cualquier sacrificio, Arjuna, hazlo como una ofrenda para mí.
Así, ciertamente, quedarás libre de las ataduras del karma y de los frutos tanto sean buenos o malos; y con tu alma en el yoga de la renuncia, te liberarás y vendrás a mí. (9: 26-28)
Este es la esencia del camino bhakti: con las manos y la mente seguimos a la vida, pero con nuestro corazón seguimos a Dios.
AMOR UNIVERSAL
Krishna nos pide que demos, pero él también es el dador, el Señor de la vida. Sentimos su presencia oculta en el esplendor de la naturaleza, en la belleza de la vida humana y en los actos de sacrificio personal. Pero nuestra vida diaria nos consume con tanta frecuencia que perdemos de vista la importancia de estos dones. Rabindranath Tagore, el poeta de la India ganador del Premio Nobel, nos recuerda su valor:
El amor se entrega espontáneamente en un sinfín de dones. Pero esos dones pierden su significado más completo si a través de ellos no alcanzamos ese amor, que es el dador.
La pregunta es, ¿de qué manera aceptamos este mundo, que es un don perfecto de alegría? ¿Hemos sido capaces de recibirlo en nuestro corazón donde guardamos aquellas cosas que tienen un valor inmortal para nosotros?
Krishna nos pide que demos, pero él también es el dador, el Señor de la vida.
Mientras Krishna enumera las muchas formas en que su presencia se hace visible en el mundo, sus palabras encienden una profunda pasión en Arjuna. Él anhela ver a Krishna, alcanzarlo no en su forma humana sino en su forma universal. En el capítulo once del Gita, Krishna le da a Arjuna esa visión. Arjuna está envuelto en la maravilla del momento:
En todas las direcciones veo tu forma infinita: innumerables brazos, innumerables ojos, innumerables bocas e innumerables vientres. ¡En ninguna parte veo el principio, medio o fin de ti, oh Señor de todo, cuya forma es el universo entero!
Coronado, armado con un garrote, portando un disco, iluminando todo el universo, te veo: como fuego ardiente, como el sol, como un resplandor inconmensurable, más grande que ver o saber. (11:16–17)
CULTIVAR LA DEVOCIÓN
Puedes cultivar la devoción y el amor de muchas maneras. Para empezar, puedes leer los notables capítulos del Bhagavad Gita que contienen las enseñanzas de Krishna sobre el bhakti. Cualquier traducción servirá, no te tomará más de media hora si te dedicas solo a los versos. Para una lectura más profunda, selecciona una traducción que incluya un comentario y lee un capítulo al día. Otra forma muy gratificante es leer uno o dos versos seguidos de sus comentarios a la hora de las comidas. Si estás compartiendo tu almuerzo o cena con otras personas, dedica unos minutos para comentarlo.
Puedes cultivar la devoción y el amor de muchas maneras.
Cantar en grupo (o incluso cantar solo) también te ayudará a conectarte con bhakti. Con un corto período de cantos que incluyan los nombres del Señor será suficiente para iluminar tu corazón; si lo haces por períodos más largos puede ser realmente embriagador. Existen muchos CDs de cantos en sánscrito: son poderosos energizantes del corazón. Pero hay más: todas las tradiciones del mundo ofrecen cantos que pueden recordarnos el espíritu del bhakti. (Uno de mis favoritos es la conocida canción que dice: "Cada vez que sienta el espíritu moverse en mi corazón, rezaré").
También puedes "cantar" el nombre del Señor recitando un mantra. Los mantras son los ropajes del amor, visten lo divino con sonido. Al recitarlos en silencio mientras meditamos, nos acercamos al espíritu del universo.
Por último, el bhakti es un camino de buena voluntad. Con amor en nuestro corazón es posible ver más allá de las faltas y los juicios que generalmente tiñen las relaciones con los demás y con nosotros mismos. Prueba recuperar una relación que a pesar de su buena naturaleza, se ha deteriorado: vuelve a ella con amor en tu corazón.