“Toda postura está diseñada para preparar el cuerpo para la savasana”, comenté al final de una de las clases de yoga que dicto cada semana en Estes Park, Colorado.
Apenas las palabras salieron de mi boca, un alumno volteó hacia mí y frunció tanto el ceño que se le dibujó un triángulo en el chakra del tercer ojo.
Fue como si sus cejas dijeran: “¿De qué diablos habla esta señora?”.
La postura del cadáver, savasana, es una postura principal. No es para matar el tiempo o para tomar una siesta rápida antes de volver a nuestras vidas agitadas. El propósito de la savasana es tan solo aprender a ser; es un desafío colosal. Puede practicarse de diversas maneras, ya sea enfocando la conciencia en la respiración como en una relajación guiada de los músculos. La mente tiene ciertas tendencias, como a divagar o a desconectarse y dormirse, pero la práctica de savasana la entrena para observar y ser consciente de la quietud inherente a cada momento. En esta postura nos relajamos en la habitación, en el tapete y en nosotros mismos, luego intentamos dejar de lado todo lo que nos rodea. Nos liberamos de los pensamientos internos y entramos a un lugar de conciencia y aceptación sin juicios. Este momento de mindfulness (atención plena) es beneficioso para todas las partes de nuestro ser.
Practicar la atención plena —como lo hacemos al tratar de mantenernos presentes y conscientes en savasana—, crea una distancia entre los pensamientos reflexivos y la totalidad de nuestro ser real. Los pensamientos repetidos transitan las vías del cerebro; estos patrones —como las historias o sucesos que nos contamos internamente sobre nosotros mismos y nuestra vida— se convierten en algo condicionado. Cuando el movimiento consciente y la práctica de la quietud crean espacio, somos capaces de ver nuestros patrones de pensamiento de una manera más objetiva y de generar nuevas vías en nuestro cerebro. Al comenzar a entender que las historias que hemos creado sobre nosotros mismos son erróneas, nos volvemos capaces de replantearlas de formas nuevas y más útiles.
Pero practicar la atención plena no siempre es fácil. Algunas personas tienen una mente hiperactiva (por razones diversas, como condicionamiento cultural, síndrome de estrés postraumático, ansiedad o sobreestimulación crónica) y, para ellas, las posturas como savasana y las meditaciones sentadas se convierten en todo un desafío. En su caso, la escalada en la “montaña de la quietud” es un poco más larga y empinada que para los demás.
Entonces, ¿cómo hacen estas personas que tienen la mente tan ocupada para desarrollar una práctica de atención plena como savasana? Los investigadores afirman que una práctica de movimiento consciente puede sentar las bases necesarias. Usar el movimiento consciente (es decir, el tipo de movimiento que realizamos durante una práctica de asana) para acceder a la quietud mental de savasana es equivalente a aprender a hacer la postura del pino apoyando las piernas sobre la pared. A medida que aprendes a ser consciente y a no emitir juicios durante la práctica de asana, se fortalecen los músculos de la mente necesarios para hacer una práctica tranquila como savasana. La mayoría de las personas no logra hacer la postura del pino al primer intento, y lo mismo sucede con la savasana: requiere práctica.
La mayoría de las personas no logra hacer la postura del pino al primer intento, y lo mismo sucede con la savasana: requiere práctica.
¿De verdad los beneficios de la savasana valen tanto la pena? Sí, valen, ¡incluso más de lo que podríamos imaginar! Nuevas investigaciones sugieren que la práctica de atención plena puede transformar tu cerebro.
Un reciente estudio científico midió la amígdala (la parte del cerebro que activa el miedo) y la corteza prefrontal (otra parte del cerebro que se relaciona con la concentración y la toma de decisiones) de los participantes de un programa de reducción de estrés basado en mindfulness (MBSR, por sus siglas en inglés).
Luego de ocho semanas de entrenamiento, notaron que la amígdala perdía volumen, mientras que la corteza prefrontal aumentaba de grosor. Permíteme reformular esta línea para mayor claridad: después de dos meses, el área de toma de decisiones complejas se volvió más grande, mientras que el área relacionada con las reacciones básicas se encogió.
O, como describió el periodista Tom Ireland al revelar los resultados de este estudio: “nuestras respuestas más primitivas al estrés parecen ser sustituidas por otras más reflexivas”.
Considerando todas las posibles implicaciones de estos estudios, te motivo a recibir la postura de savasana como un modo de vida, no solo como algo que haces en tu tapete al final de cada clase de yoga. Krishna Das dice: “Para salir de la prisión de tus pensamientos, no puedes pensar”. Pero parece que para escapar de allí, lo que sí puedes hacer es meditar.
La atención plena te permitirá conectarte con tu cuerpo y espíritu de formas que jamás imaginaste. Así que relaja ese ceño fruncido y comienza a observar a savasana como la postura principal que realmente es.