El secreto para enseñar yoga a los niños

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Recién recibida como maestra de yoga, joven e irremediablemente idealista, acepté dictar mi primera clase de yoga para niños en el centro de bellas artes de mi ciudad. Allí había enseñado ballet desde la escuela secundaria, así que, cuando el director me preguntó si estaría interesada en ofrecer clases para pequeños, accedí de inmediato con un entusiasta "¡sí!". Pensé que sería muy divertido: podríamos decir "miau" y "mu" en la postura del gato-vaca y ladrar hasta llegar al perro boca abajo; el resto lo descubriría después. 

Me presenté en la primera clase con un plan de lecciones casi idénticas a las que uso en clases para adultos (salvo por las anotaciones en los márgenes sobre los sonidos de los animales), visualizando a los niños serenos y atentos practicando la respiración diafragmática en silencio. Mi burbuja explotó rápidamente cuando un grupo alborotado de niños de 4 a 12 años entró intempestivamente por la puerta. Dos chicos llegaron peleando. Las chicas de más edad se dedicaron a susurrar, a reír y a voltear sus ojos en señal de fastidio, mientras que los niños de preescolar corrieron a darle besos al espejo. Me tomó cerca de 10 minutos reunir a todos en un círculo. Sorprendentemente, a ninguno le importó aprender sobre la etimología de la palabra "yoga", así que directamente nos pusimos a maullar y mugir. Todo iba bien hasta que alguien decidió que construir un fuerte con las mantas era una mejor idea que hacer el saludo al sol. Después se inició una pelea con espadas invisibles. Más risas. Más señales de fastidio. Más besitos al espejo. Claramente, algo no estaba funcionando.

Aunque los mayores esperan por lo menos una hora de secuencias de asana, pedirle a los pequeños yoguis que sigan indicaciones sin parar durante 60 minutos es demasiado. 

"¡Escuchen todos!", grité (sí, realmente grité), "hagan un círculo. Vamos a jugar un juego que se llama pato, pato, ¡mariposa!" (Como el pato, pato, ¡ganso!, pero con los "patos" en baddha konasana o postura de la mariposa, por si te estás preguntando). Ese día jugamos unas 10 rondas de pato, pato, ¡mariposa!.

Por fortuna, he aprendido algunas cosas desde entonces. No solo incorporé juegos como "Yogui dice", "Yoga Pictionary", y "El guerrero congelado" a mi repertorio, sino que también entiendo más acerca de las secuencias apropiadas para cada edad, aprendo sobre desarrollo infantil y comunicación positiva.

LA CLAVE ESTÁ EN HACER LA SECUENCIA ADECUADA

Cuando se planifican lecciones para niños, se deben considerar otras cuestiones además de enseñar las posturas apropiadas en un orden sensato. Comenzar con una postura sentada podría funcionar bien para practicantes adultos, pero los chicos necesitan primero un juego de calentamiento para descargar su energía. Y aunque los mayores esperan por lo menos una hora de secuencias de asana, pedirle a los pequeños yoguis que sigan indicaciones sin parar durante 60 minutos es demasiado. Para mantener a los niños ocupados, intercala juegos, historias y canciones para romper con la secuencia de posturas. "Yogui dice" (una versión de "Simón dice" con asanas) es una forma divertida para que los niños repasen las posturas que han aprendido y les da la oportunidad de brillar como "maestros". Para la hora del cuento, elige un mito atractivo de las tradiciones del yoga que puedas asociar con la temática de la clase y las instrucciones del asana (balancea los brazos como Ganesha balancea su tronco, o estira tus piernas con valentía como el guerrero Virabhadra).

Las posturas de a dos son una excelente manera de generar cosas nuevas. Trabajar con un amigo no solo mantiene el interés en la clase, también fomenta la cooperación y desarrolla la capacidad de resolución de problemas. No tienes que ponerte muy sofisticado, hacer la postura del árbol uno al lado de otro o la postura fácil espalda contra espalda será suficiente para mantener las cosas entretenidas. Recomiendo explicar y demostrar las posturas con un compañero antes de poner a los niños en parejas; así se reduce el tiempo de charla y se mantiene la concentración en la práctica.

LOS NIÑOS NO SON MINI-ADULTOS

Alimenta la imaginación, pide opinión y luego escucha con toda tu atención lo que tienen para decir.

Así como los pequeños cuerpos y cerebros difieren de los de los adultos, las razones de los niños para asistir a las clases de yoga también pueden ser diferentes. La mayoría de los adultos que asisten a las clases de yoga quieren estar allí, con los niños no siempre (o incluso nunca) es así. Tal vez estén allí porque sus padres escucharon que el yoga mejora su rendimiento escolar o porque quieren que hagan más ejercicio. O, quizás, solo necesitan un lugar para pasar el rato después de la escuela.

Ten en cuenta que los niños a veces llegan cansados, hambrientos o preocupados por sus deberes escolares. Si ves a un estudiante refunfuñando durante su secuencia del guerrero o haciendo caras graciosas durante la hora del cuento, sé comprensivo. Si alguno de ellos está pasando por un momento difícil, encuentra algo positivo en su práctica para destacar. Una vez tuve a un chico en clase que sentía la necesidad de expresar su desagrado en cada una de las posturas o actividades. Cuando llegó el momento de bhramari (respiración del abejorro) hizo el sonido más nasal y molesto que pudo. Lo que él no sabía es que el bhramari tiene que sonar muy nasal. Así que aproveché esta oportunidad para explicarle a toda la clase que él estaba haciendo el pranayama correctamente y le pedí que pasara al frente de la clase y nos demostrara la técnica (a lo que accedió orgullosamente). Los demás estudiantes intentaron producir ese sonido nasal y el pequeño participó feliz el resto de la clase.

Si algo aprendí enseñando yoga a niños, es que no debo tomarme todo tan en serio. Por supuesto, lo importante es el yoga, pero no debe enseñarse a costa del tiempo de juego.

LA IMPORTANCIA DEL JUEGO

Si algo aprendí enseñando yoga a niños, es que no debo tomarme todo tan en serio. Por supuesto, lo importante es el yoga, pero no debe enseñarse a costa del tiempo de juego (o, como alguna vez dijo Mister Rogers en su programa, "el trabajo de los niños"). Si bien debes establecer una cierta estructura y rutina, también tienes que permitir un tiempo para la expresión creativa. Alimenta la imaginación, pide opinión y escucha con toda tu atención lo que tienen para decir.

Aunque mi primer día en el mundo del yoga para niños tuvo sus desafíos, comencé a amar enseñarles esta disciplina. ¿Por qué? Porque los niños tienen tanto para enseñarnos a los adultos como nosotros a ellos. Nos recuerdan que la práctica debe ser divertida, y su curiosidad innata, creatividad y energía sin límites nos inspiran a adoptar un mayor sentido del juego en nuestras propias prácticas.

CONSEJOS PARA ENSEÑAR YOGA A NIÑOS

Hasta los maestros más experimentados pueden sentir que es desalentador enseñar a los pequeños practicantes. Después de todo, la mayoría de los preescolares no comprende las complejidades del músculo psoas y los alumnos de secundaria no parecen interesarse mucho por la cosmología tántrica. Sin embargo, seguir las reglas que verás a continuación te ayudará a dictar una clase para niños divertida e interesante.

1. Crea un plan de lecciones (aunque siempre debes estar listo para cambiar las cosas). Llegar con un tema, tener una lista de posturas y algunos juegos e historias complementarias (en lugar de decir "¿Qué quieren hacer hoy, chicos?") envía el mensaje de que la clase de yoga no es un espacio para hacer cualquier cosa. Pero tampoco seas demasiado rígido. Mide la energía en la sala: si los niños se muestran ansiosos, sáltate la historia y ve directo a un juego de calentamiento.

2.  Controla la cantidad de veces que dices "bien hecho". Aunque el feedback positivo es importante, decir “bien hecho” o “buen trabajo” en cada asana hace que esas palabras pierdan su sentido. Limita las afirmaciones genéricas y en su lugar ofrece comentarios específicos, como "¡Vaya, Ava, tu pierna trasera está súper estirada y fuerte!".

3. Relájate con las alineaciones. ¿Son seguras? ¿Los alumnos se están divirtiendo? ¡Genial! No hay necesidad de ser quisquillosos. Tu objetivo es darles una experiencia de yoga positiva, no asegurarte de que la pierna delantera de cada uno de ellos está en un ángulo perfecto de noventa grados cuando hacen la postura del guerrero II.

4. No le temas al sánscrito (o no por completo). Para que todos entiendan bien, seguramente quieras nombrar las posturas en el idioma de tus niños, pero para ellos puede ser muy motivador aprender de vez en cuando una o dos palabras en sánscrito.

Acerca del Maestro

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Kat Heagberg (Rebar)
Hi, I’m Kat! I’m a teacher for Yoga International and co-author of Yoga Where You Are with Dianne Bondy... Leer más