Mi nombre es Lety Lozano y mi historia comienza aquí...
Vengo de una familia grande y tradicional en donde había actividades para “niñas” y “niños”. Yo siempre fui una niña de mucho movimiento, brincaba, corría, bailaba, trepaba árboles y eso me hacía infinitamente feliz, llenaba mi alma y me hacía sentir muy libre. Con el paso de los años fui guardando todo ese movimiento en un baúl, todo lo que no era “propio” de una jovencita. Lo olvidé y me concentré en hacer lo que la mayoría de las mujeres de mi ciudad hacían, ir al aerobics, correr etc. ¿Y por qué te cuento esta historia?
En septiembre de 2004, hace casi 17 años, decidí tomar la primera clase de yoga. Llevaba algunas semanas observando lo que sucedía en la sala de yoga del gimnasio al que asistía. Yo, montada en una elíptica que quedaba justo frente a este salón, los observaba alrededor de 45 minutos casi todos los días y siempre concluía, “en esa clase no hacen nada”. Hasta que me tocó mi turno. Ese día me sentía cansada, sin mucha energía (estaba embarazada de mi segunda hija) y decidí entrar a la clase de yoga. Esa decisión fue un parteaguas en mi vida. Todos los juicios que había hecho, ya no tenían fundamentos, no estaban ni cerca de la realidad. Esa clase me movió, me transformó, me conectó nuevamente con la emoción que sentía cuando era niña, con esa libertad que fui perdiendo y desde entonces, nunca más solté el yoga. Dicen que el alma engrandecida por una nueva experiencia, no puede volver jamás a su antigua dimensión y eso me sucedió.
Me impactó tanto, que tiempo después decidí tomar un entrenamiento para maestros. Yo decía que no quería ser maestra, que era solo porque necesitaba saber más acerca de esta maravilla y desde ahí no he dejado de aprender y enseñar. Terminé enseñando yoga y eso me hace muy muy feliz. No importa si estoy cansada o si tengo algún conflicto, una vez que toco el tapete de yoga y comienzo la práctica, todo se transforma. Nunca me arrepiento de haber comenzado.
En el 2014 decidí crear el Congreso de Yoga Monterrey, uno de los eventos de yoga más importantes en México, ya que tenía la necesidad de seguir compartiendo y expandiendo los beneficios de esta hermosa práctica y así fue año tras año.
Mi familia siempre ha sido el pilar y soporte más importante en todo este camino. Mi esposo Alex, siempre me motivó a seguir aprendiendo. Soy mamá de tres seres increíbles que han sido mis grandes maestros de vida.
Ahora, después de tantos años de aquella primera clase, agradezco infinitamente el haber encontrado esta herramienta maravillosa que tanto bienestar le ha aportado a mi vida.
Pudiera decirte que he sido inquieta en cuanto a la búsqueda de tradiciones o estilos. Comencé practicando Hatha Yoga, luego estuve algunos años en Ashtanga hasta que conocí el Vinyasa y me enamoré. Debo decir que he tenido la fortuna de aprender de increíbles maestros como Shiva Rea, David Swenson, Ana Forrest, Dharma Mittra, y Sianna Sherman hasta que en el 2010 conocí a mi gran maestro Edward Clark y su maravillosa práctica de Tripsichore. Desde entonces, no he dejado de aprender de él y es el estilo con el que más me identifico.
En mis clases puedes encontrar un estilo único y preciso, creando espacios seguros para que cada alumno descubra su potencial a través de su práctica. Clases en donde a través del movimiento y la respiración consciente lograrás conectar de una forma profunda con tu ser. Son una mezcla de diversión y profundidad. Recomendaciones de alineación y tips para avanzar en tu práctica poco a poco sin lastimarte.
Pienso que el yoga es un recurso valioso que está al alcance de todos para mejorar el bienestar físico, emocional y espiritual.
Aunque en Occidente el enfoque del yoga es más un ejercicio físico para mantenerse en forma y aliviar el estrés, las motivaciones iniciales pueden cambiar.
El yoga es mucho más que solo posturas e incluye una rica historia de principios éticos y filosóficos, ejercicios de respiración y meditación. Agradezco a los maestros de yoga que integran en sus clases lecciones sobre principios importantes, como la bondad, la veracidad y la autodisciplina. Muchas personas permanecen en el yoga por un sentido de comunidad, propósito y autorrealización. A medida que el yoga continúa ganando popularidad, no debemos perder el verdadero espíritu del yoga, como la compasión, conciencia y aceptación.
Me fascina viajar, subir montañas, el contacto con la naturaleza, pasar tiempo con mi familia, con mis amigos, cocinar, bailar, pintar, crear y disfrutar las cosas simples de la vida.