Los 5 vayus del prana en yoga: vyana

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El vyana vayu es una de las cinco divisiones del prana (la fuerza de la vida), es la que potencia los sistemas de distribución y comunicación del cuerpo. Integra y coordina los otros cuatro vayus del prana, los mantiene equilibrados y nutridos. Es una fuerza dominante y expansiva que domina el movimiento del prana a través de los nadis (canales de energía), el de la energía por el sistema circulatorio y el nervioso y también el flujo libre de los pensamientos y sentimientos en la mente.

El vyana controla el sistema muscular, coordina el equilibrio y regula el movimiento desde el centro hacia la periferia. Aunque impregna todo el cuerpo, el vyana es particularmente activo en las extremidades, las ayuda a implementar los poderes de locomoción y manipulación, dos de los cinco karmendriyas (o sentidos activos). El aspecto expansivo de vyana, unido al apana vayu (la fuerza descendente), arraiga y ancla las piernas y se percibe claramente en los brazos, tal como lo refleja su capacidad de ofrecer bienestar y curación.

Cuando vyana vayu se perturba, tanto la mente como el cuerpo se debilitan y pierden su unión, resultando en esfuerzos descoordinados y diversas enfermedades físicas. Además, a nivel mental, generan ansiedad y alienación.

Las prácticas de hatha yoga maximizan el funcionamiento de vyana vayu en todos los niveles: distribuyendo la energía por todo el cuerpo, estimulando las funciones fisiológicas del sistema circulatorio, linfático y nervioso y removiendo los obstáculos en la circulación de la nutrición, energía e información entre la mente y el cuerpo.

Asana para vyana vayu

La mejor manera de explorar la naturaleza de vyana vayu es en posturas de pie, ya que son muy efectivas para integrar el flujo de energía.

Estas posturas nos permiten conectar los diferentes movimientos de brazos y piernas con la fuerza del core, lo que es una herramienta fundamental para desarrollar atención, claridad mental y expansión de la conciencia. Realizadas correctamente, estas posturas también nos ayudan a cultivar la gracia y la sensibilidad.

En la siguiente secuencia podrás ver cómo estas posturas expanden la energía por las extremidades mientras conectan con la profunda conciencia de los canales de energía del core axial, llevando la mente hacia adentro.

1. Virabhadrasana I (postura del guerrero I)

Pon las manos en las caderas y lleva un pie hacia atrás. Mantén las caderas mirando hacia adelante, como si tus pies estuvieran sobre las vías del tren. Flexiona la rodilla delantera y alinéala con el tobillo, ajusta la posición del pie trasero para que el muslo delantero caiga en paralelo. Empuja hacia abajo con el lado externo del talón trasero y lleva las caderas hacia adelante. A la vez, contrae el abdomen bajo y alarga el cuerpo empujando con el coxis.

Extiende la parte frontal de la columna. Inhala y sube los brazos junto a las orejas, con las palmas de las manos hacia adentro. Lleva los omóplatos lejos del cuello y siente cómo los brazos se alargan, apoyándose en la fortaleza de las piernas y la pelvis. Sostén la posición durante 5 o más respiraciones.

Con cada inhalación, arraiga más firmemente los pies al piso, baja la pelvis y alarga la columna y los brazos. Con cada exhalación, completa con conciencia el espacio interno creado por la inhalación. Siente el intercambio de energía con la tierra a través de las plantas de los pies y expándela al exterior por la punta de los dedos.

Cuando estés listo para salir de la postura, exhala y baja los brazos. Inhala y junta los pies. Aprovecha el momento para sentir una renovada sensación de fuerza. Repite la postura hacia el otro lado.

Al mejorar los vayus vyana y apana, virabhadrasana resulta profundamente integradora y potenciadora, convirtiendo en verdaderos guerreros hasta los yoguis más tímidos.

2. Virabhadrasana III (postura del arquero)

Coloca un pie detrás, un poco más cerca que en la postura del guerrero I. Manteniendo las caderas hacia adelante, flexiona la rodilla delantera y alinéala sobre el tobillo, luego estira los brazos a los lados de las orejas, con las palmas de las manos enfrentadas. Exhala e inclínate hacia adelante desde el pliegue de las caderas, llevando el torso sobre la pierna delantera.

Inhala, apóyate sobre el pie delantero y estira la pierna. Luego levanta la pierna trasera, recta detrás de ti, de manera que quede paralela al piso. Mantén las caderas niveladas, mirando hacia el suelo. Elévate sobre la pierna delantera empujando el pie contra el piso con fuerza, estira la pierna levantada y rota la parte interna del muslo hacia el techo.

Con cada inhalación, alarga los brazos, el torso y ambas piernas. Siente las líneas perpendiculares de energía en los brazos, el torso y la pierna levantada; siente la energía de la tierra en la pierna arraigada. Con cada exhalación, completa el espacio interno del cuerpo creado por la postura.

Sostén la postura entre tres y cinco respiraciones o hasta que sientas que pierdes la estabilidad. Después, exhala y flexiona la rodilla de la pierna de apoyo. Inhala y baja el pie trasero a la postura del guerrero I. Baja los brazos y junta los pies. Repite hacia el otro lado.

Cuando las piernas y el core están fuertes en esta postura, se percibe una sensación de levedad estimulante, así como una sensación de expansión a la vez que arraigo. Todo esto sucede al usar la conexión a tierra para expandirse en el espacio.

3. Virabhadrasana (postura del guerrero II)

Separa los pies un metro o más y rota el pie izquierdo unos 90 grados hacia afuera. Rota el pie derecho levemente hacia adentro. Flexiona la rodilla izquierda y colócala encima del tobillo, contrae los muslos internos y alarga el coxis en dirección al piso. Abre la cadera derecha y empuja con fuerza el lado externo del pie derecho sobre el piso. Extiende las piernas llevándolas lejos una de la otra, manteniendo el pecho y la pelvis “encuadradas” entre las piernas.

Inhala y estira los brazos a los lados, directamente desde los hombros. Abre las clavículas y lleva las puntas de los omóplatos en dirección al centro de la espalda y abajo. Empuja hacia afuera con los lados internos de los brazos y con la punta de los dedos. Para evitar que los brazos queden rígidos, relaja las muñecas y los codos, rota las palmas hacia arriba, estírate desde el centro del pecho y luego rota los antebrazos hasta que las palmas de las manos vuelvan a quedar enfrentadas; así extenderás la energía desde el centro del corazón, pasará por los brazos y saldrá por la punta de los dedos. Finalmente, gira la cabeza y mira por encima del brazo izquierdo, relajando la parte superior de los hombros, con el brazo derecho empujando con fuerza hacia la derecha.

Deja que la fuerza de esta postura nazca de la conexión de las extremidades y fluya hacia la reserva de energía en el core. Evita contraer la mandíbula o el área de los ojos y recuerda que los brazos no son armas, sino una expresión del poder de la voluntad y la fuerza interna. Sostén esta postura durante cinco o más respiraciones, luego exhala, estira la pierna izquierda, baja los brazos y gira los pies para llevar la postura hacia el otro lado. 

4. Ardha Chandrasana (postura de la media luna)

Regresa a virabhadrasana II, párate sobre el pie izquierdo, pliégate sobre el muslo desde las caderas y coloca la punta de los dedos de la mano izquierda sobre el piso, a unos 40 centímetros delante del pie o levemente al costado. 

Inhala, endereza la pierna izquierda y levanta la derecha, estirándolas desde la articulación de las caderas. Mantén el sacro y los hombros abiertos mientras “encuadras” la pelvis y el pecho con el lado largo del tapete. A continuación, eleva el brazo en dirección al techo. Abre las clavículas, desliza los omóplatos hacia abajo en la espalda, estira el cuello y mira hacia abajo o gira la barbilla por encima del hombro y mira hacia arriba.

Empuja el pie izquierdo contra el piso e impulsa hacia arriba la pierna de apoyo, extendiendo tanto los brazos como las piernas. Siente las líneas de energía desde el pie de apoyo hasta la pelvis, desde los dedos apoyados en el suelo hasta los que apuntan al techo y desde la planta del pie elevado hasta la pierna, el torso, el cuello y la coronilla. Cuando la energía se activa equitativamente y se intensifica en todas las direcciones, el cuerpo se siente ligero, libre, sin peso, expansivo y, al mismo tiempo, integrado, contenido y tranquilo. Esta expansión integrada y estimulante es la marca distintiva de vyana.

Para salir de la postura, flexiona la rodilla izquierda mientras bajas el pie derecho al suelo y regresas a virabhadrasana II. Repite la postura hacia el otro lado.

5. Garudasana (postura del águila)

Exhala en tadasana, flexiona las rodillas y envuelve la pierna izquierda con la derecha, enganchando los dedos del pie derecho detrás de la pantorrilla o el tobillo izquierdo. Al mismo tiempo, envuelve el brazo izquierdo con el derecho, flexionando los codos y rotando los antebrazos para llevar las palmas de las manos juntas frente a la cara. Empuja el coxis al suelo y mantén tanto las caderas como los hombros “encuadrados” hacia adelante.

Inhala y lleva los codos al nivel de los hombros. Exhala y aprieta los brazos uno contra otro, abriendo los omóplatos. En tu siguiente exhalación, empuja con el pie izquierdo hacia abajo. En la inhalación, alarga el torso empujando desde la coronilla. Sostén esta postura durante cinco respiraciones o más, luego desarma la postura con una inhalación y vuelve a tadasana. Repite del otro lado.

Esta variante de garudasana que envuelve alternativamente la pierna y el brazo del mismo lado, ejerce presión sobre un lado completo del cuerpo y luego el otro. Eso cambia el flujo dominante en el sistema nadi de un lado al otro, trayendo como resultado el equilibrio y la purificación de los canales energéticos por donde se distribuye el prana. Si permaneces lo suficiente en estas posturas y concentras toda tu atención, notarás que el dominio de las fosas nasales cambia de una a otra, reflejando el flujo en los nadis ida y pingala.

Pranayama para vyana vayu

Anuloma es un pranayama para alternar las fosas nasales que limpia el cuerpo y purifica los nadis, por lo tanto es importante incluirlo cuando trabajamos con vyana vayu. Se caracteriza por sus tres respiraciones a través de una fosa nasal, tres respiraciones de descanso, luego tres respiraciones por la otra fosa, seguidas de tres respiraciones más de descanso. Esta práctica no es aconsejable para quien sufre de hipertensión, congestión o cualquier otra condición en los ojos u oídos que puedan agravarse por el incremento de la presión.

Comienza en una postura sentada cómoda y estable, puede ser en una silla o cruzado de piernas en el suelo. Utiliza accesorios para apoyar la pelvis de manera que las caderas queden un poco más altas que las rodillas. 

Usa el vishnu mudra para cerrar las fosas nasales. Flexiona un poco los dedos índice y medio de la mano derecha y usa el pulgar para cerrar la fosa nasal derecha mientras que con el dedo meñique y el anular cierras la izquierda. Estos son tres los pasos a seguir para hacer el pranayama anuloma:

Paso 1

Contrae con fuerza el ombligo y exhala vigorosamente a través de una fosa nasal. Luego haz una inhalación larga, lenta y profunda en la misma fosa nasal. Repite esto dos veces más para llegar a un total de tres respiraciones en un lado. Luego, haz tres respiraciones de descanso y repite la secuencia en el otro lado, finalizando con otras tres respiraciones de descanso. Siente todo el cuerpo y observa cómo tu respiración se expande y se libera lenta y delicadamente.

Paso 2

Ahora haz que la exhalación y la inhalación sean igual de fuertes, siguiendo el mismo patrón que explicamos anteriormente: toma tres respiraciones en un lado, descansa durante tres respiraciones, cambia al otro lado por tres respiraciones vigorosas y descansa de nuevo. Presta atención a la entrada del aire en las fosas nasales. Deja que sea espontánea, pero mantén la mente alerta y enfocada en las sensaciones, movimiento y sutilezas de la respiración. 

Paso 3

Sigue el mismo patrón de alternancia de las fosas nasales, pero haz que la exhalación y la inhalación sean más rápidas y ligeras, parecidas al pranayama bhastrika.

Termina llevando tu foco de atención desde las fosas nasales hacia el centro de las cejas con una inhalación y regresa a las fosas nasales con una exhalación. Enfócate en el punto en el que las fosas nasales se unen con los labios. Inhala desde allí hacia el centro de las cejas como si solamente tuvieras una fosa nasal y exhala de nuevo hacia el lugar donde ambas fosas nasales se unen con los labios.

Continúa por unas cuantas respiraciones, intensificando gradualmente tu enfoque en el centro de las cejas y luego dejando descansar allí a tu conciencia. Disfruta de una meditación o lleva poco a poco la atención al roce de la respiración en la nariz y al movimiento que genera en el cuerpo. 

Acerca del Maestro

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Sandra Anderson
For over 20 years Sandra Anderson has shared her extensive experience in yoga theory and practice with... Leer más