El complejo viaje de la vida tiene el potencial de atarnos, pero también de liberarnos. Para navegar por esta doble naturaleza de la existencia, la antigua escuela de filosofía india conocida como Samkhya ("lo que enumera, lo que totaliza") divide la realidad en dos categorías: el conocedor (purusha) y el conocido (prakriti).
Purusha, el Ser, nunca es un objeto de experiencia. Purusha es el sujeto, aquel que está consciente, que tiene conocimiento. Por otro lado, prakriti engloba todo lo que vino antes que nosotros en el universo objetivo, ya sea psicológico o material. Prakriti es todo lo que puede ser conocido.
El prakriti sin manifestar es una reserva de potencial ilimitado que consiste en tres fuerzas fundamentales. Estas fuerzas se equilibran entre sí y son conocidas como los gunas: sattva, rajas y tamas. Por la interacción de estas fuerzas es que prakriti se manifiesta como el universo. Por lo tanto, todo lo que puede conocerse en el mundo, tangible e intangible, es una manifestación de los gunas en sus distintas formas.
Cultivar la conciencia de cómo actúan los gunas puede ser una herramienta invaluable para el camino espiritual. Al aprehender el "sentir" de cada guna y usar ese conocimiento como guía, puedes alcanzar el reconocimiento del conocedor (purusha) que hay en ti.
La palabra guna se traduce literalmente como "hebra" o "fibra" e implica que, como los hilos de la ropa, los gunas están entretejidos para formar el universo objetivo. Filosóficamente, la teoría de los gunas explica de qué está hecho el universo y cómo se manifiesta a sí mismo como mente y materia. Pero lo más importante para los practicantes de yoga, es que la conciencia de los gunas nos dice si estamos avanzando realmente en la vida (sattva), si estamos caminando en círculos (rajas) o perdiendo el rumbo (tamas).
La conciencia de los gunas nos dice si estamos avanzando realmente en la vida (sattva), si estamos caminando en círculos (rajas) o perdiendo el rumbo (tamas).
Cada guna tiene sus propias características. La esencia de sattva es la de actuar como un cristal transparente, permitiendo que la luz —la luz de la conciencia— se revele en el funcionamiento de la mente y en la naturaleza. Sattva no es iluminación en sí misma, pero devela lo que es verdadero y real (a esto se refiere la sílaba "sat" en la palabra en sánscrito). Se muestra como belleza, equilibrio e inspiración, genera vida, energía, salud y satisfacción. Cultivar sattva —tomando decisiones en la vida que elevan la conciencia y fomentan la alegría desinteresada— es un objetivo importante del yoga.
Rajas es la energía del cambio. Se distingue por la pasión, el deseo, el esfuerzo y el dolor. Su actividad puede causar movimiento tanto hacia el sattva (aumento del entendimiento espiritual) como hacia el tamas (aumento de la ignorancia), por lo tanto, puede actuar positiva o negativamente. Pero, por lo general, se caracteriza como inestable, inquieto e infeliz, provocando el cambio por el simple hecho de cambiar. Si los tomates recién cosechados son el "sattva", entonces la salsa picante de tomate es "rajas": una buena opción para una pizza el viernes por la noche, pero no tanto para la comida de todos los días. Rajas brinda felicidad al inducir la unión de los sentidos con sus objetos. Es por esto que rajas nos ata al apego, a los frutos de la acción y a todo tipo de placeres sensoriales.
Tamas acalla la presencia de la conciencia. Con su poder de ocultar, causa torpeza e ignorancia. Su naturaleza es pesada y densa. Un sinónimo en sánscrito para tamas es sthiti, o "firmeza". En su aparición más sátvica, tamas puede proporcionar una influencia estabilizadora en la vida, como la cura de un descanso reparador. Pero tamas es principalmente inmovilizador. Los alimentos tamásicos no tienen vida, son estériles e impuros; el entretenimiento tamásico es tóxico y carente de sentido. Tamas conduce a la inacción cuando se requiere acción. Cada uno de nosotros ha experimentado el poder de atarnos que tiene tamas, sabemos lo atractivo que pueden llegar a ser el letargo, la procrastinación y el sueño.
Los tres gunas interactúan constantemente. Podemos encontrar indicios de esa interacción en frases coloquiales como "un placer inocente" (rajas infundido de sattva) o "una fuerte adicción" (tamas impulsado por rajas). Aunque los gunas por sí solos son permanentes en esencia, ya que emergieron de la naturaleza primordial (prakriti), sus interacciones son transitorias y solo dan una falsa impresión de permanencia. En este sentido, el juego de los gunas oculta lo real (sat), por lo que nos atrae y ata a lo que, en definitiva, es irreal (asat, como se conoce en sánscrito).
En el tapete de yoga podemos comenzar a explorar la presencia tangible de los gunas.
Imagina que te encuentras en una clase haciendo janu shirshasana, postura del sauce, sin un alto grado de atención plena. A medida que te pliegas con desgano sobre la pierna extendida, tu espalda y hombros se encorvan y el pie se va hacia un lado. La cabeza cae hacia adelante y tu mente entra en una especie de ensoñación. Salvo por la pesada sensación de incomodidad que te produce la postura, bien podrías tomarte una siesta. Esto es tamas en acción: una sensación de letargo y falta de atención.
Ahora compara esto con otro día en el que, por no dejarte superar por tu compañero de al lado, te esfuerzas mucho en tu postura. Luchas dolorosamente para alargar la parte trasera de tu pierna, pero eso provoca que encorves los hombros mientras te esfuerzas para tocar los dedos de los pies. Mientras tanto, con la mente preocupada por el trágico final de tu última relación romántica, comienzas a fantasear con conocer a la persona que está a tres tapetes de ti. Esto es rajas: una dosis generosa de movimiento, esfuerzo, competitividad, dolor y tentaciones.
Pero hay más: imagina que otro día tu postura se desarrolla de manera diferente. La clase es más pequeña y estás en calma. Siguiendo las indicaciones del maestro, tu atención, vuelta hacia el interior, se desplaza de un elemento de la postura hacia el siguiente y te ves trabajando de manera exigente pero dentro de los márgenes de seguridad. Cuando mantenemos una postura estable por más tiempo, se genera una conciencia sutil de la respiración. Y, aunque mucho de lo que estás haciendo en la postura es invisible para los demás, tu mente está complacida y relajada por tu esfuerzo interno. Esto es sattva: claridad, atención plena y una espontánea sensación de satisfacción.
Identificar los aspectos sátvicos, rajásicos y tamásicos de una postura de yoga, para luego cultivar el rajas y el tamas en servicio de sattva, es un método infalible para avanzar en tu práctica.
Identificar los aspectos sátvicos, rajásicos y tamásicos de una postura de yoga, para luego cultivar el rajas y el tamas en servicio de sattva, es un método infalible para avanzar en tu práctica. Pero hay más en estas tres cualidades que mejorar tus flexiones hacia adelante: aplica estos principios de autoobservación en el día a día y tendrás el poder de transformar cada aspecto de tu vida.
El proceso de trabajar con los gunas se desarrolla sistemáticamente en cuatro etapas:
1. La interacción de los gunas ocurre casi en su totalidad fuera de tu conciencia.
2. Empiezas a notar los gunas en el mundo que te rodea (como la exhibición de productos rajásicos junto a la caja registradora o los sonidos sáttvicos de una sonata de Mozart) y aprendes a reconocer las sensaciones que provocan sus cualidades particulares.
3. Eres testigo de tus propios hábitos sátvicos, rajásicos y tamásicos.
4. Por último, comienzas a modelar tu relación con los gunas: cultivando sattva, suavizando los impulsos rajásicos y activando tamas en servicio de la estabilidad y el descanso.
Las descripciones de los gunas son parte importante de uno de los textos más venerados de la tradición yóguica, el Bhagavad Gita. En los capítulos 14, 17 y 18, Krishna retrata los gunas con maravilloso detalle. En el verso 14.5 comienza a describir el poder de los gunas para "sujetar al ser inmutable encarnado". Continúa brindando un relato de la naturaleza de cada guna. Después, en el verso 18.40, Krishna resume espectacularmente el rango de la acción de los gunas:
No hay nada en la Tierra, en los cielos o entre los mismos Dioses que esté libre de estos gunas nacidos de la naturaleza (prakriti).
Pero si los gunas son tan dominantes, ¿cómo podemos trabajar con ellos? El consejo de Krishna es agudizar nuestros poderes de autoobservación y discernimiento. En su mensaje insiste que con la práctica y la correcta resolución, podemos aprender a presenciar las actividades de los gunas y emplearlos con un sentido de equilibrio y propósito.
Para hacer este proceso más visible, Krishna contrasta la apariencia de los tres gunas en una variedad de contextos. Por ejemplo, observa que:
(17.8-10) El alimento que ingieres puede:
Tener buen sabor y favorecer la buena salud,
la fortaleza y una mente complacida (sattva)
Tener mucha sal, demasiadas especias y
causar enfermedades y depresión (rajas)
Estar rancio, no ser deseado por los demás
y no ser apto como ofrenda (tamas)
(17.20-22) Los regalos que ofreces a otros pueden ser:
Dados en el tiempo correcto,
sin esperar nada a cambio (sattva)
Dados de mala gana o con la finalidad de
obtener un favor a cambio (rajas)
Dados en un lugar o momento inapropiado,
sin respeto o con desprecio (tamas)
(18.33-35) La firmeza con la que abordas tu camino espiritual puede:
Ayudarte a llevar tu mente, respiración
y sentidos a la armonía (sattva)
Depender de que adquieras
algo que deseas (rajas)
Preocuparte con miedos, angustia y
sueño excesivo (tamas)
(18.37-39) Tu felicidad puede:
Surgir del discernimiento interno y
crecer con el tiempo (sattva)
Ser demasiado sensual, dulce al principio
y venenosa al final (rajas)
Surgir del sueño, el letargo y la negligencia (tamas)
Al leer esta lista, o al recurrir a las enseñanzas más extensas del Gita, no permitas que las rigurosas caracterizaciones te confundan. No están destinadas a fomentar la autocrítica o la condena. Los gunas actúan como señales, son guías que te indican dónde estás y a dónde estás inspirado a llegar.
Los filósofos de samkhya dicen que la vida existe con el propósito de adquirir experiencia y conocimiento del Ser. Los gunas están hechos para facilitar este cometido espiritual. Nos revelan, nos ocultan y nos incitan, todo con el propósito de acercarnos a purusha, el conocedor.
Los filósofos de samkhya dicen que la vida existe con el propósito de adquirir experiencia y conocimiento del Ser. Los gunas están hechos para facilitar este cometido espiritual. Nos revelan, nos ocultan y nos incitan, todo con el propósito de acercarnos a purusha, el conocedor. Krishna, la voz del conocedor, resume esta relación (versos 14.19-20) con una descripción excelsa del objetivo de la vida. En esta descripción se trasciende por completo la identificación de la acción de los gunas con el ego. Aunque exigente, esta enseñanza milenaria continúa inspirando a los seguidores hoy en día:
Cuando el profeta observa
que no hay agentes de acción (no hay "hacedores")
más que los gunas
y conoce la trascendencia
más allá de esos gunas,
él logra alcanzar mi Ser.
El portador del cuerpo, trascendiendo
estos tres gunas
con las cuales se crea el cuerpo,
liberado de las penas del nacimiento,
la vejez y la muerte,
disfruta la inmortalidad.