Comienza en tadasana (postura de la montaña), con los pies paralelos y separados entre diez y quince centímetros (aproximadamente la distancia de dos puños). Luego, descarga el peso sobre el pie izquierdo, flexiona la rodilla derecha y coloca la planta del pie derecho por debajo o por encima de la rodilla de la pierna de apoyo.
Recuerda que en esta postura no importa qué tanto puedes abrir la rodilla hacia el costado. En vez de intentar abrir la rodilla al máximo, empieza por concentrarte en la alineación de la pelvis.
Ya tienes la base de la pose: estás haciendo equilibrio sobre tu pierna izquierda, con la rodilla derecha flexionada y el pie derecho empujando contra el muslo o la pantorrilla de la pierna de apoyo. Ahora despega la planta del pie derecho, de modo que solo el talón empuje la pierna izquierda.
A continuación, pivota el talón derecho sobre el muslo (o la pantorrilla), de modo que los dedos de los pies apunten un poco más hacia el frente de la pierna izquierda. Ubica la rodilla derecha en un ángulo de unos 45 grados (en vez de apuntar directamente —o casi directamente— hacia el costado). Deberás rotar un poco el lado derecho de las caderas para realinear y estabilizar tu pelvis.
Mantén las puntas de las caderas —técnicamente conocidas como "espinas ilíacas anterosuperiores" o ASIS— enfocadas hacia adelante (sin volverlas hacia la derecha cuando el muslo va hacia afuera). Pivota el pie sobre el talón derecho mientras rotas externamente el muslo derecho; es probable que sientas una ligera activación en el glúteo derecho. Rota externamente el muslo tanto como puedas, siempre que las puntas de las caderas no sigan el movimiento.
Empuja el pie contra tu pierna y la pierna contra tu pie.
Relaja los dedos de tu pie de apoyo, deja que descansen sobre el tapete (si el arco del pie de apoyo tiende a "caerse", puede que te sea útil despegar los dedos del piso un momento para levantar el arco interno). Haz que las tres "esquinas" de tus pies (el metatarsiano del dedo gordo del pie, el del quinto dedo y el centro del talón) se arraiguen al suelo.
Mantén tus manos en el centro de tu corazón, deja que descansen en tus caderas o estira los brazos junto a tu cabeza.
Para mayor estabilidad, practica con la espalda o la mano derecha apoyada contra la pared.