El Hatha Yoga Pradipika establece claramente: "Padmasana (la postura del loto) es el destructor de todas las enfermedades... ¡solo los que son muy sabios pueden dominarlo!" (1)
Tal como sucede con todos los textos espirituales y religiosos antiguos, el autor de este manual no tuvo que enfrentarse con las leyes de veracidad que se aplican actualmente a la publicidad. Para la mayoría de las personas, el loto es una postura de alto riesgo y pocos beneficios: si las caderas están tensas, la tensión se trasladará a las rodillas. Pero para los que fueron lo suficientemente inteligentes como para elegir a los padres correctos (y, por lo tanto, a los genes correctos), sentarse en posición de loto es pan comido y siempre lo ha sido, incluso antes de que comenzaran a practicar yoga.
Para la mayoría de las personas, el loto es una postura de alto riesgo y pocos beneficios: si las caderas están tensas, la tensión se trasladará a las rodillas.
Pero, ¿por qué estas personas son tan diferentes al resto de nosotros? ¿Qué es lo que los hace tan “sabios”?
Qué tan "sabio" eres y qué tan prudente es que hagas la postura del loto, depende fundamentalmente de tus huesos. Es probable que tengas que superar cierta resistencia a la tracción de los músculos aductores, los rotadores internos y los ligamentos capsulares, pero una vez que hayas trabajado todo esto, lo que te permitirá permanecer en la postura de forma segura (o hará que te dañes las rodillas) es la forma que tengan los dos huesos que forman la articulación de tu cadera: el fémur y la pelvis.
Existen muchos factores que determinan la facilidad con la que puedes hacer la postura del loto o que te impedirán hacerlo toda tu vida: la longitud del cuello del fémur, la profundidad del acetábulo (la cavidad de la cadera donde se articula el fémur), el grosor del cartílago que recubre la cavidad (llamado labrum) y el grado de laxitud de los ligamentos capsulares y de los músculos rotadores internos.
Ilustraré aquí dos factores clave que te mostrarán por qué el loto nunca será una buena idea para ti o, en cambio, por qué puede ser la postura más fácil que jamás hayas hecho: estos dos factores son el acetábulo y el cuello femoral. Puedes verlos en la figura 1.
Nota: Cuando miramos los dibujos anatómicos pensamos que todos los huesos son idénticos a lo que allí se muestra, pero no es así. Las ilustraciones anatómicas son amalgamas de docenas e incluso cientos de imágenes de cuerpos. Se basan en promedios de las variaciones humanas naturales, por lo que no podemos tomarlas como una vista exacta de los huesos de nuestro cuerpo.
Figura 1: Vista oblicua de la pelvis y del fémur.
La figura 2 muestra dos pelvis reales: ¿notas alguna diferencia entre ellas? Trata de encontrar los acetábulos. En la pelvis de arriba (a) se ven claramente, pero ¿los encuentras en la pelvis de abajo, la (b)? Es más difícil verlos, ¿verdad? Es que los acetábulos tienen distintos grados de inclinación (también llamada versión). Este ángulo se mide graficando la línea que pasa por los bordes frontales del acetábulo y la línea en paralelo al lado del cuerpo. Algunas personas tienen cavidades con mucha anteversión, sus acetábulos están orientados más hacia adelante, como la pelvis (a); otras tienen cavidades con muy poca anteversión, sus acetábulos se orientan más hacia el costado del cuerpo, como la pelvis (b). Esto es más fácil de ver si lo observamos desde arriba, tal como se muestra en los dibujos de la figura 3.
Figura 2: Comparación de dos pelvis (a) y (b). Observa las diferencias y piensa cuál de estas pelvis permitirá una mejor rotación externa y cuál admitirá una mejor rotación interna.
Figura 3: Diferentes ángulos de inclinación del acetábulo vistos desde arriba: (a) es el ángulo más cerrado que se muestra en la tabla 1, (b) es el ángulo más abierto y (c) es el promedio que se utiliza comúnmente.
Cada persona es diferente y tú no eres un promedio. (Para citar a un “doctor” famoso: “¡No hay nadie vivo que sea más tú que tú!”). En la tabla 1 se resumen cinco estudios que muestran diferentes grados de inclinación (versión) de los acetábulos.
Lo que importa no es el promedio, sino el rango de valores que se mencionan en cada estudio. Los rangos son "normales", lo que significa que el 95 por ciento de la población se encuentra dentro de estos valores.
Una inclinación de 11° significa que el acetábulo está más orientado hacia el lado del cuerpo, como sucede en el caso de la pelvis (b) de la figura 2. Una inclinación de 33° significa que el acetábulo está más orientado hacia adelante, como la pelvis (a) en su lado izquierdo. (¿Has notado la diferencia en la pelvis (a)? Allí, el acetábulo izquierdo tiene una mayor versión que el derecho. No somossimétricosy, probablemente, uno de tus acetábulos esté más orientado hacia adelante que el otro. Esto significa que una cadera puede rotar mejor hacia afuera que la otra. Para los maestros, este es tu "lado bueno" para lucirte en las posturas de medio loto.)
Tabla 1: Rangos de inclinación acetabular encontrados en cinco estudios
El ángulo de inclinación del acetábulo determinará la rotación interna y externa de tu cadera. Pero este no es el único factor anatómico que debes considerar para saber si alguna vez podrás hacer el loto, también existen diferentes inclinaciones femorales.
En la figura 4 se ven dos fémures: ¿notas alguna diferencia? Lo más importante radica en su torsión (es decir, cómo esté girado). Cada hueso largo en nuestro cuerpo posee una curva y un giro. El giro a lo largo de la longitud del fémur da como resultado un ángulo entre el cuello del fémur y su diáfisis. Observa cómo el cuello del fémur de la izquierda está levemente por debajo de la horizontal (esto se llama retroversión), mientras que el cuello del fémur de la derecha gira significativamente por encima de la línea (anteversión). Esto determina la orientación que tiene el cuello del fémur al asentarse en el acetábulo. En la imagen, el extremo inferior de cada fémur (que forma parte de la articulación de la rodilla) está mirando hacia arriba.
Ahora imagínate estos dos fémures dentro del cuerpo: en ambos casos las rodillas apuntarían hacia adelante, pero el ángulo del cuello del fémur en el acetábulo saldría desde más atrás en el fémur de la derecha (con anteversión) y más desde el costado en el fémur de la izquierda (con retroversión). Junto con la inclinación de los acetábulos, la inclinación femoral también determina el espacio disponible para la rotación externa de la cadera.
La torsión del fémur cambia a medida que crecemos, como se muestra en la tabla 2. Los adultos tienen un promedio de unos 15° de inclinación femoral, con una distribución normal entre 3° y 27°. Como este análisis habla del 95 por ciento de la población, significa que un alumno de cada 20 no tiene una inclinación normal, ¡y tú puedes ser ese alumno! Los fémures en la figura 4 tienen inclinaciones de aproximadamente -4° (¡un valor negativo!) y 47°, esto los coloca fuera de la norma. Por supuesto, estar fuera de los rangos normales no significa nada malo, ¡solo dice que estas personas son únicas!
Inclinación de los acetábulos y de los fémures en la postura del loto.
La postura del loto requiere tres movimientos del fémur en el acetábulo: flexión, rotación externa y, para muchos, cierto grado de abducción. Veámoslo en la figura 5: la mayoría de las personas puede flexionar las caderas los 90° necesarios para sentarse en el loto, tal como se hace para sentarse en una silla, y también puede abducir las piernas lo suficiente. Lo que no todo el mundo puede hacer en el grado necesario (y es la limitación más importante en la postura del loto), es la rotación externa.
Dicha rotación puede verse limitada por la tensión en los tejidos blandos, como los músculos y ligamentos que envuelven la articulación. Pero, una vez que hemos trabajado con esas áreas y las aflojamos lo suficiente, la barrera definitiva para la rotación externa es la compresión: esto sucede cuando el cuello del fémur entra en contacto con el borde del acetábulo. Si este es tu caso, no importa cuánto yoga hagas: esta configuración nunca cambiará.
La postura del loto requiere tres movimientos del fémur en el acetábulo: flexión, rotación externa y, para muchos, cierto grado de abducción.