Seis cosas que ya no digo en la clase de yoga

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Al escribir esto estamos a mitad de noviembre. Soy profesora de yoga en Estados Unidos y ya comencé a pensar en lo que voy a enseñar durante la semana de Acción de Gracias. Y me estoy dando cuenta de que ya no me siento cómoda diciendo algunas cosas durante mi clase, especialmente cuando se trata de clases temáticas sobre festejos que incluyen toneladas de comida. A medida que aprendo más sobre el movimiento de body positive (un concepto que implica la valoración y aceptación de todos los tipos de cuerpos) y su inclusión en relación a la práctica y la cultura del yoga, me vuelvo más consciente de evitar afirmaciones genéricas y pseudocientíficas sobre la práctica. Comprendo que hoy ya no estoy tan de acuerdo con promover una clase de vinyasa vigorosa como un medio para quemar o "compensar" el exceso de calorías u ofrecer una "clase de desintoxicación" después del Día de Acción de Gracias, donde años atrás animaba a mis alumnos a "sudar" (o "retorcer") esas "toxinas" de pavo (o tofupavo).

El lenguaje importa. Y me estoy dando cuenta de que hay tantas cosas que he dicho en mi primera década de enseñanza (a menudo con las mejores intenciones o incluso sin pensarlo) que pudieron haber sido confusas, problemáticas o simplemente falsas. Siento mucho haber dicho esas cosas. Estoy agradecida por las conversaciones, las experiencias y la formación continua que me han mostrado por qué no fueron útiles para mis alumnos y qué podría decir en lugar de eso para darles una experiencia de clase más enriquecedora y acogedora. Dicho esto, reconozco que hay cosas que digo y enseño hoy que me harán sentir vergüenza mañana. Por eso es tan importante que nosotros, como instructores, sigamos aprendiendo, discutiendo y teniendo conversaciones que desafíen y deconstruyan nuestras viejas ideas incuestionables sobre el yoga.

Siento mucho haber dicho esas cosas. Estoy agradecida por las conversaciones, las experiencias y la educación continua que me han mostrado por qué no fueron útiles para mis alumnos.

Con esta intención, encontrarás a continuación una lista (no exhaustiva) de cosas que ya no digo en clase (y por qué).

1. "Usa un accesorio si lo necesitas"

"Coloca una correa si la necesitas". "Usa bloques si es necesario". "Apóyate en la pared si lo necesitas". He dicho estas frases muchas veces. De hecho, es probable que en la lista de "cosas que Kat ha dicho más veces en la clase de yoga" estén en los primeros lugares junto a "recuerda respirar" y "vamos a encontrarnos en el perro mirando hacia abajo".

Quiero ser clara: yo AMO los accesorios. Quiero que mis alumnos los aprovechen al máximo y puedan decidir incorporarlos en sus posturas siempre y cuando sean beneficiosos. Pero cuando se trata de hacer que la clase de yoga sea un espacio donde se puedan usar accesorios a voluntad, he aprendido que decir "usa una correa/bloque/lo que sea si lo necesitas" simplemente no es suficiente.

Quizás un alumno no sepa que necesita un accesorio o no tenga idea de cómo usarlo. También puede que piense que no está haciendo "la verdadera postura" si incorpora un elemento de apoyo. Si quiero que mis estudiantes se beneficien de los accesorios, tengo que enseñarles cómo se benefician al usarlos. Y luego cambiar la manera en la que hablo sobre ellos, porque los accesorios son lo mejor, no solo para principiantes o personas “ poco flexibles”. Entonces, cuando se trata de transmitir este mensaje, las palabras que usamos pueden marcar la diferencia.

En lugar de decir "si no puedes tocar el piso" o "si no eres lo suficientemente flexible para llegar hasta ahí", podemos utilizar otras frases como: "aquí tienes un truco genial que puedes probar con tus bloques" o "mira lo que sucede si usas una banda de yoga en esta postura". En lugar de tratar las asanas con accesorios como "esto es lo mejor que puedes hacer con lo que tienes", los maestros tenemos la oportunidad de utilizar los accesorios para ayudar a alumnos de todos los niveles a explorar posturas de formas nuevas y sorprendentes. Pregúntate: ¿Qué músculos pueden activar al empujar las espinillas o muslos contra una correa? ¿Cuánto espacio y comodidad encontrarán colocando bloques debajo de las manos? ¿Lograrán más apertura en el pecho si utilizan una banda de yoga? ¿Cómo podrían usar la pared para explorar versiones interesantes de la postura o ayudarlos a enfocarse en una acción específica o área del cuerpo?

Si en vez de hacer una simple mención al estante de los bloques y bandas de yoga, usamos un lenguaje claro, específico y positivo para hablar sobre los accesorios, ayudaremos a nuestros alumnos a obtener el mayor provecho de sus prácticas de yoga.

2. Cualquier mención a la pérdida de peso

Como instructores, nunca debemos suponer que alguien en la clase quiere perder peso. Aquí llegan personas de distintas complexiones físicas, cada una con un motivo o razón diferente para practicar yoga. Sobre todo, no debemos asumir que un practicante determinado vino a clase para perder peso (o que quiere perder peso, en términos generales) según la forma o el tamaño de su cuerpo. Tampoco debemos creer que quemar calorías es un objetivo universal que todos tus alumnos buscan alcanzar. Ni creer que todos quieren deshacerse de los "flotadores o rollitos" o "el pantalón de montar" o [insertar aquí otros nombres ofensivos para llamar a cualquier acumulación de tejido adiposo en el cuerpo humano].

Nunca debemos suponer que alguien en la clase quiere perder peso.

A pesar de que nunca hice demasiadas menciones directas sobre perder peso, si miro hacia atrás, veo cómo logré introducirlas inconscientemente. Hice esto refiriéndome a lo que, en aquel momento, pensaba que eran deseos y experiencias “universales”: pequeños comentarios acerca de eliminar lo que habíamos comido en los días festivos, menciones sobre la pérdida de grasa abdominal o cómo prevenirla. La verdad es que esos comentarios pueden ser hirientes, ofensivos y llevan a detonar otras cosas. No obstante, realmente no lo entendí hasta que yo misma recibí estos comentarios relacionados al peso, en particular el bien intencionado: “¡Te ves genial! ¿Estás más delgada?” Sé que estos comentarios casi siempre son un sincero cumplido, pero la verdad era que no estaba tratando de adelgazar y, si había perdido peso, no me hubiera enterado, porque no uso la balanza. La razón de esto es que desde los 7 hasta los 20 años, mi vida giró en torno a mi peso (o, más precisamente, a mi trastorno alimentario) y tomar la decisión consciente de no pesarme más fue un cambio importante para lograr estar saludable. Siempre que un maestro de yoga, incluso uno con buena intención, felicita a alguien por una supuesta pérdida de peso, por mi cabeza cruzaban pensamientos como: ¿Debería intentar adelgazar? ¿Mi maestra desaprueba mi peso? ¿No me veía bien antes? Así fue como empecé a comprender por qué los comentarios relacionados con la pérdida de peso no pertenecen al ámbito del yoga.

Esto también significa evitar el lenguaje ofensivo sobre el cuerpo cuando describimos los beneficios de una postura, como cuando decimos que tal ejercicio reduce la grasa en un área particular del cuerpo: "las torsiones eliminan los rollos de la espalda". Por un lado, comentarios como estos refuerzan los ideales culturales poco saludables sobre cómo debería ser un cuerpo "deseable". Y por otro lado, ni siquiera son acertados, tú no puedes "eliminar tal cosa". De verdad que no puedes "deshacer" la grasa con abdominales, ni retorcer tu cintura para hacerla más fina, ni hacer la postura de la silla para encoger tus muslos. La fisiología humana no funciona de esa manera.

¿Qué pasaría si en lugar de centrarnos en el yoga como un medio para “arreglarnos”, nos enfocamos en usar la práctica como una herramienta para aceptarnos a nosotros mismos y obtener una visión positiva sobre el cuerpo? ¿Qué pasaría si en lugar de comentar sobre el aspecto físico de los alumnos o asumir cómo ellos quieren verse, nos enfocamos en el increíble trabajo que hacen sus cuerpos cada vez que asisten a clase? ¿Qué pasa si un día dejamos de asociar la salud con la delgadez? ¿Y si en lugar de las falsas promesas sobre un abdomen más plano y muslos más delgados, nos centramos en todos los magníficos beneficios internos que la práctica puede ofrecer? Beneficios como la autoaceptación, la reducción del estrés y el sentimiento de formar parte de una comunidad.

3. "Respira en el meñique del pie derecho"

O en tu cadera izquierda. O en tus lumbares. O en cualquier otro lugar que no sean tus pulmones.

Como practicante, realmente me gustan las indicaciones como esta. Me ayudan a llevar mi atención a las partes de mi cuerpo que podrían necesitarla (y, con frecuencia, liberan la tensión de estas zonas de manera inconsciente). Por eso solía dar estas instrucciones a menudo, hasta que un día, después de recibir algunos comentarios de mis estudiantes, entendí que "respirar en [insertar parte del cuerpo aquí]" no es una indicación que funcione para todos.

Por un lado, hay practicantes que enseguida piensan: "Oh, Dios mío, ¿realmente cree que se puede respirar por un dedo?" Estoy lejos de ser una experta en anatomía, pero prefiero que mis alumnos tengan la seguridad de que, como maestra, al menos sé lo suficiente sobre el cuerpo humano como para saber que no pueden respirar físicamente a través de sus dedos. Por otro lado, si bien no están examinando mis certificaciones sobre anatomía y fisiología, otros alumnos pueden sentir que esto es simplemente una indicación confusa y abstracta que puede ser mal interpretada, ignorada o, lo que es peor, puede hacer que se aíslen, como si no estuvieran lo "suficientemente avanzados" como para participar en esta clase.

Si esta indicación te gusta tanto como a mí, puedes usar algo menos metafórico y que la mayoría de los estudiantes pueda entender literalmente, como "respira como si pudieras hacerlo a través del meñique del pie derecho". O también "lleva tu atención al meñique del pie derecho".

Que a mí me guste o me sea útil una indicación en particular, no significa que a todos los demás les sea útil también.

Dejando a un lado la mecánica respiratoria, tal vez la lección más importante que aprendí cuando descubrí que una de mis indicaciones era confusa para mis alumnos fue que, aunque a mí me guste o me sea útil una indicación en particular, no significa que a todos los demás también les sea útil. Por eso es importante aprender a dar instrucciones de diferentes maneras. Al fin y al cabo, la experiencia de yoga de cada persona es diferente y no todos van a entender o describir su práctica de la misma manera.

4. "Si eres más flexible..."

Dije esto muchas veces. Quería ofrecer opciones para las posturas y parecía bastante sencillo, ¿verdad? "Si eres menos 'flexible' prueba esta opción, si eres más 'flexible' haz esto otro" y todos hacen la variante que les es apropiada. Simple, ¿verdad?

No, no es tan simple. Porque cuando hablamos de yoga, "flexible" puede ser una palabra especialmente cargada de sentido. Debido a que existe una fuerte correlación entre el yoga y la flexibilidad, hay una percepción subyacente de que "si eres flexible, eres bueno en el yoga", lo que significa que "si no eres flexible, eres malo en el yoga". Entonces esta palabra se convierte en una prueba para determinar quién pertenece o no a la clase de yoga. (A pesar de que el yoga es, por supuesto, mucho más que flexibilidad y, por otra parte, la hiperlaxitud tiene sus propios problemas.) En ese contexto, ¿quién no querría ser miembro del club de los flexibles?

"Flexible" tampoco es siempre una descripción clara o precisa cuando estamos tratando de ofrecer opciones de postura. ¿Flexible como qué? Por ejemplo, yo tengo caderas y isquiotibiales muy laxos, pero cuádriceps y pantorrillas muy tensos. ¿Puedo ser parte del grupo de los "flexibles" o no? Y a veces la opción que se da: "si eres más flexible", tiene poco que ver con la flexibilidad y mucho más que ver con las proporciones del cuerpo. Un practicante con las piernas más cortas y el torso más largo tendrá una facilidad natural para tocar el suelo en una flexión hacia adelante, mientras que alguien con los brazos más largos tendrá facilidad para tocar el piso con sus palmas en la postura del bastón.

En lugar de ofrecer opciones para los "flexibles" y los "no tan flexibles", ¿qué te parece presentar opciones que sean más específicas para la postura, sin dar a pensar que una es mejor o más auténtica que otra? Por ejemplo: "Si tus manos no llegan al piso, ¡no te preocupes!, puedes colocar bloques para 'traer' el piso hacia ti".

5. "Elimina las toxinas", "drena las toxinas", "transpira las toxinas" y cualquier otra cosa sobre las toxinas

Escribí y grabé un podcast explicando la razón por la cual las afirmaciones sobre transpirar o eliminar las toxinas en la clase de yoga no son muy sólidas científicamente hablando. Pero dejando de lado la pseudociencia, hay otra razón por la que ya no me siento cómoda hablando de toxinas en clase.

En un nivel más sutil, si nosotros como instructores estamos diciendo constantemente lo "intoxicados" que están los cuerpos de nuestros practicantes, ¿qué mensaje estamos enviando realmente? "Tu cuerpo es desagradable. Tóxico. Necesita ser purificado, arreglado", muchas veces con productos y servicios muy caros. Sé que para algunos esto puede sonar muy exagerado, como si estuviera siendo demasiado sensible o estuviera aplicando demasiada corrección política. Pero tal como lo veo, si bien el aumento de toxinas en el ambiente es un problema importante que necesita abordarse, la mercadotecnia constante sobre las distintas maneras de "desintoxicarnos" a través del yoga es otro problema.

Si nosotros como maestros estamos diciendo constantemente lo "intoxicados" que están los cuerpos de nuestros practicantes, ¿qué mensaje estamos enviando realmente?

Vivimos en una cultura donde (a las mujeres sobre todo) se nos dice constantemente que nuestros cuerpos son desagradables y que necesitamos gastar dinero en montones de basura para hacerlos "menos desagradables" (todo, desde jugos desintoxicantes hasta cirugías de labios). Como instructora y practicante, quiero que mis clases de yoga sean un refugio seguro contra eso, un lugar en donde todos se sientan aceptados. Quiero enviar el mensaje a mis alumnos de que ellos son suficientes tal como son, aunque nunca vuelvan a hacer un sudoroso saludo al sol o a cantar un "om" en sus vidas. Quiero presentar el yoga como algo que hacemos porque se siente bien, un regalo que nos hacemos a nosotros mismos porque amamos nuestros cuerpos, no algo con lo que nos castigamos porque nos sentimos desagradables.

6. "¡Sal de tu zona de confort!"

Salir de nuestras zonas de confort puede ser algo maravilloso. Mis experiencias de vida que más valoro son el resultado directo de elegir salir de mi zona de confort. ¿Y en la clase de yoga? Salir de mi zona de confort me ha permitido vivir los momentos más fabulosos, frustrantes y generadores de cambio en mi práctica. Como instructora, mi objetivo es crear un entorno seguro y de apoyo para que los practicantes salgan de sus zonas de confort si así lo desean. Pero no es mi trabajo presionar a otra persona para que haga algo con lo que no se siente cómodo o asumir que sé lo que es o no es parte de su zona de confort personal. Después de todo, la vida puede ser lo suficientemente dura e incómoda tal como es y la clase de yoga le ofrece a muchas personas un inusual y muy necesario respiro de todo eso.

Siento mucho si mis intentos de animar a otras personas a salir de sus zonas de confort hicieron que alguien sintiera que no quería volver a clase.

Antes acostumbraba a pedirles a mis alumnos que hicieran cosas como caminar por el salón mirando a los ojos de los demás o "tomarse de las manos con un compañero" varias veces por clase, actividades que yo misma no disfrutaba, pero que pensaba que eran necesarias para "facilitar el crecimiento". Ya sabes, para "sacar a las personas de su zona de confort". Cuando me pedían que hiciera esas cosas a mí como practicante, a veces terminaban siendo útiles (hasta hice un amigo o dos), pero otras veces simplemente me hicieron sentir ansiosa y con pánico, pensando "yo no vine a clase para eso, yo solo quiero hacer yoga" o "no quiero volver a la clase". Siento mucho si mis intentos de animar a otras personas a salir de sus zonas de confort hicieron que alguien sintiera que no quería volver a clase, como lo sentí yo.

Lo mismo se puede decir al intentar hacer asanas difíciles. Sentirse seguro, confiado y con apoyo puede ser tan importante como la preparación física cuando se trata de explorar posturas nuevas y complicadas.

A medida que me he vuelto más confiada y experimentada como profesora, me he dado cuenta de que no tengo que incorporar ejercicios en pareja en todas las clases solo porque me dijeron en algún taller o capacitación que era una buena idea. Y cuando planifico mis clases, en lugar de preocuparme por lo que "debería" estar enseñando, me concentro en enseñar el tipo de clase a la que me gustaría asistir si fuera mi alumna: una clase en la que me animan a ampliar mis límites, sin sentirme presionada a hacer algo en lo que no me sienta segura.

A todos, instructores y practicantes: ¿tienen algo que agregar a esta lista? Cuéntenme abajo, en los comentarios. ¡Conversemos!

Acerca del Maestro

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Kat Heagberg (Rebar)
Hi, I’m Kat! I’m a teacher for Yoga International and co-author of Yoga Where You Are with Dianne Bondy... Leer más