Seis años atrás decidí que quería ser maestra de yoga y me anoté en un curso de entrenamiento de 200 horas. No tenía idea de cómo sería dar clases verdaderamente, supongo que creía que sería como tomar una magnífica clase de yoga, aunque 10 veces mejor porque yo sería la maestra.
En mi primer año de trabajo a veces me ponía tan nerviosa que temblaba. Me sudaban las palmas de las manos, mis rodillas se aflojaban, mis brazos se sentían pesados... creo que entiendes de lo que hablo. La mayor parte del tiempo me sentía como una impostora, una persona que no debería estar enseñando yoga. Me daban miedo mis propios alumnos, esas personas agradables que esperaban en silencio a que comenzara la clase. Temía que pudieran ver mis pensamientos.
Es completamente normal sentirse como un impostor, tener pánico escénico o ser muy susceptible a las devoluciones, tanto buenas como malas. Pero con el tiempo, la situación mejora.
Los nuevos maestros de yoga se enfrentan a innumerables retos para los que no suelen estar preparados. A pesar de la apariencia de "luz y amor", ¡enseñar no es fácil! Mi mensaje para los nuevos y futuros maestros de yoga es este: es completamente normal sentirse como un impostor, tener pánico escénico o ser muy susceptible a las devoluciones, tanto buenas como malas. Pero con el tiempo, la situación mejora. Quiero compartir con ustedes cómo fue que mejoró para mí.
Durante mis primeros años enseñando yoga, me preocupaba decir algo incorrecto, romper una regla fundamental al crear una secuencia o no poder ayudar a un alumno a modificar una postura. Me preocupaba estar en medio de una clase, hablando, enseñando y que, sin que yo lo advirtiera, todos se dieran cuenta de que no era una "verdadera" maestra de yoga.
Al mirar atrás, me doy cuenta de que es sano sentir que no sabes lo que estás haciendo, ¡porque en realidad no lo sabes! Lo cierto es que había muchas cosas que aún debía aprender. No obstante, sabía lo suficiente.
Si crees que estás haciendo un trabajo perfecto desde el principio, eso significa que no estás pudiendo mirarte con claridad. Una formación docente de 200 horas es solo el comienzo, luego la información real que necesitas la ganarás con la experiencia y el aprendizaje constante. No hay atajos, solo práctica y tiempo. Mientras tanto, puedes hacer lo siguiente:
Encuentra respuestas para tus preguntas. Localiza las lagunas en tu conocimiento escribiendo las dudas a medida que surgen. Luego, busca las respuestas. Mejor aún, pídele ayuda a tu mentor o a profesores más experimentados.
Sé humilde. Si un alumno te sorprende con una pregunta, es perfectamente válido decir: "No lo sé". De hecho, ¡es la mejor respuesta! No finjas saber más de lo que sabes. Dile que lo investigarás y vuelve a hablarlo con el alumno. Nadie pensará que eres menos por admitir que no sabes, lo más probable es que respeten tu honestidad y agradezcan tu interés.
Cambia tu enfoque. Recuerda que la gente asiste a yoga por su bienestar, no para juzgarte. Concéntrate en satisfacer las necesidades de tus alumnos brindándoles una buena clase de yoga en lugar de enfocarte en lo que piensen de ti, porque probablemente no están pensando en ti.
Normalmente no soy muy tímida, pero en mi primer tiempo como maestra tuve problemas para establecer contacto visual con los alumnos. Inconscientemente, tenía miedo de mirarlos a la cara y leer el mensaje: "Esta clase es horrible". Estaba demasiado avergonzada como para hablar sobre un tema, o incluso para sonreír.
Todavía hay días en los que dictaría la clase con una bolsa de papel en la cabeza, pero mi pánico escénico se ha ido desvaneciendo, como le sucede a la mayoría de las personas. Si nunca desaparece por completo, también está bien, un poco de nerviosismo significa que nos preocupamos. Tengo un amigo que enseña yoga desde hace 10 años y, aunque todo el mundo lo quiere, todavía se pone nervioso ante una clase numerosa.
Sin importar cuánto tiempo dure tu pánico escénico, siempre puedes usar estos consejos para aliviar el miedo:
Háblale a una sola persona. Si te pone nervioso dar una charla o compartir una historia, finge que estás hablando solo con una persona específica de tu clase. Puede tratarse de un amigo que esté allí presente o simplemente el alumno con el que te sientes más cómodo.
Habla con las personas fuera de clase. En mi caso, me siento más segura cuando logro establecer conversaciones con los alumnos fuera de clase. También noto que existe una correlación directa entre la cantidad de nombres de alumnos que conozco y lo relajada me siento. Esfuérzate por aprender los nombres de los alumnos. Si te conectas con ellos de manera personal, en vez de tratarlos como alumnos anónimos, te sentirás menos nervioso.
Cambia tu perspectiva. Concéntrate en tus alumnos en lugar de concentrarte en ti mismo. Es cierto que existen elementos que mejoran el desempeño de un profesor (la calidad vocal, la presencia, el carisma), pero la enseñanza realmente es un servicio que proporcionas, no una actuación. Retira la atención de tu persona y enfócate en darle la mejor clase que puedas a tus alumnos.
A veces doy una clase y pienso: "¡Qué bien lo has hecho!". Pero luego, termina la clase y todos simplemente recogen sus cosas y se van. Algunos salen del salón a toda velocidad mientras que otros me dicen un rápido "¡Gracias!" y apenas me saludan. Otras veces, doy una clase y pienso: "Esta clase fue horrible". Pero luego la clase termina, y la gente dice: "¡Esta clase fue genial! ¡Me siento tan bien!" o "¡Esto era justo lo que necesitaba!".
¡Es confuso! Mi esencia es ser complaciente con las personas, por lo que recibir un feedback que no coincide con lo que yo pienso suele desorientarme. Dicho esto, el consejo que transmito es también un recordatorio para mí: no le den demasiada importancia a los cumplidos o los desaires. No son buenos indicadores para medir la calidad de tu trabajo.
Es mejor ser tu propio juez y aprender a confiar en tu propia aprobación. ¿Hiciste tu mejor esfuerzo? ¿Estabas bien preparado? ¿Le prestaste atención a tus alumnos? ¿Intentaste darles lo que necesitaban? Esto no quiere decir que debas ignorar todos los comentarios sobre tu forma de enseñar, por supuesto que no. Pero en lugar de intentar complacer a todos, concéntrate en darle a tus alumnos lo mejor de ti. A continuación te sugiero algunas estrategias:
Recuérdate a ti mismo lo que estás haciendo. Antes de cada clase, tómate unos minutos para tomar distancia y volver el foco hacia lo que deseas darle a tus alumnos. Podrías leer tu declaración de misión, una cita inspiradora o un pasaje de un libro de yoga que te guste.
Crea tu propia definición de una "gran clase". Establece criterios para saber si has hecho un buen trabajo. ¿Cómo se ve y cómo se siente una “gran clase” para ti? ¿Se trata de una clase en la que has hecho tu mejor esfuerzo para prepararla? ¿Una en la que logras conectarte con tus alumnos? ¿Una en la que enseñas una secuencia increíble? Define qué es el éxito para ti y mídete con tu propia escala, en lugar de depender de los comentarios ambiguos de los alumnos.
No te tomes las cosas personalmente. Comprende que lo que las personas experimentan con respecto a tu forma de enseñar está muy relacionado con cómo se sienten ese día, sus personalidades y sus preferencias. Lo único que puedes hacer es brindar la clase con una intención clara, hacer lo mejor que puedas y luego soltar las expectativas sobre cómo lo tomarán tus alumnos.
Los desafíos de enseñar yoga se hacen más llevaderos, pero nunca desaparecen por completo. Todavía hay momentos en los que me siento una impostora, me invade el pánico escénico o quedo desconcertada ante las devoluciones de los alumnos, pero ahora ocurre con mucha menos frecuencia y lo vivo con menor intensidad.
Con tiempo y práctica, estas estrategias que me han servido para superar los desafíos pueden ayudarte también a ti. Sobre todo, te resultará útil saber que no estás solo. Es totalmente normal sentirte inquieto durante tu primer año como instructor de yoga. Luchar por superar estos desafíos es una señal de crecimiento, no de debilidad. ¡Puedes lograrlo!
Este artículo fue adaptado del libro Field Guide to Teaching Yoga: Overcoming Fears, Rising to Challenges, and Thriving in a Job You Love.