Cuando delineé las estrategias para profundizar la práctica de yoga que luego aparecieron en mi libro “Evolving Your Yoga”, no me imaginé las circunstancias en las que hoy estaríamos haciendo yoga. Como ejemplo, tomemos el concepto de renovar nuestro ser a través del yoga: siempre nos pareció importante, pero ahora se nos vuelve vital recurrir a nuestra práctica para navegar estos tiempos difíciles e inciertos que nos ha traído la pandemia del COVID-19.
En este fragmento comparto la definición de renovación desde el punto de vista del yoga, junto a algunas razones sobre por qué y cómo practicarlo es crucial para fortalecer nuestras reservas internas, ahora más que nunca.
Se basa en la enseñanza fundamental que nos dice que la fuente de la renovación se encuentra dentro de cada uno de nosotros; una manera de abordar el yoga es a través de un conjunto de prácticas diseñadas para ayudarnos a beber de este pozo con la finalidad de renovar nuestros cuerpos, mentes y espíritus.
El yoga restaurativo es una práctica diseñada para la renovación profunda; en este artículo les comparto mi secuencia preferida. Pero si acostarte sobre cojines de yoga y apoyarte en bloques y mantas no te resuena, o si no lo puedes hacerlo ahora, tienes muchas otras formas de encontrar este espacio de renovación: estar en la naturaleza, cocinar, compartir con tus mascotas, ser parte de una comunidad virtual, estar en silencio, caminar, correr, practicar cualquier tipo de movimiento, leer algo motivador, aprender algo nuevo, hacer arte y apreciarlo son algunas de las tantas vías que puedes seguir para acceder al estado de renovación.
Recuerda que lo importante no es la forma en la que realizas tu práctica, lo importante es tomarte el tiempo para desconectarte, relajarte, liberarte y dejarte llevar. Así encontrarás la fuente de renovación que hay dentro de ti.
Tomé mis primeras clases de yoga cuando trabajaba como secretaria ejecutiva en una oficina del centro de Manhattan. Era el principio de la década de los 90, todavía usábamos esas viejas caseteras con contador que medían la cantidad de cinta que habías reproducido y cuyos números podías devolver a cero presionando un botón. Al final de cada clase, sentía que mi contador volvía a 0000. Con este reseteo me liberaba de los residuos mentales que generaban los eventos del día, lograba una distancia saludable de cualquier drama que estuviera sucediendo y alcanzaba la claridad, ligereza y comodidad que aparecen cuando quitamos la tensión acumulada del cuerpo. Enfocando mi atención al movimiento y liberando la respiración conscientemente, quedaba lista para recomenzar con renovada claridad y presencia de ánimo.
Ahora más que nunca, necesitamos la habilidad de resetear los contadores de nuestras “caseteras” internas. Vivimos en un mundo cada vez más acelerado, que se mueve mucho más rápido y eficientemente que el centro de Manhattan hace 20 años. La vertiginosa velocidad y el volumen de comunicación, con una infinita variedad de contenido inagotable e instantáneo, es abrumador. Y esto no se detendrá ni se reducirá.
En la medida en que pasamos los días interactuando con el mundo a través de dispositivos, alejamos nuestra mente y sentidos del mundo físico. Creo que el desequilibrio creado por habitar en una realidad abstracta durante horas y horas, afecta el funcionamiento nuestra mente, nuestro sistema nervioso y el resto de los sistemas del cuerpo, en maneras que quizá ni siquiera comprendemos por completo.
En consecuencia, la importancia de “resetearnos”, de tomarnos el tiempo para ir despacio, regresar a nuestro plano físico y liberar el estrés con regularidad es crucial para mantener el equilibrio y la armonía. Es absolutamente necesario para nuestro bienestar. No solo debemos priorizar el tiempo que dedicamos a salir del mundo de nuestras pantallas, necesitamos maneras confiables y efectivas de restaurar un sentido de integración física y energética a nuestro ser.
La práctica del yoga es, por supuesto, una manera óptima de renovarnos. Con suerte, sigue siendo uno de los pocos lugares donde podemos desconectarnos de los mensajes de texto, de las redes sociales y correos electrónicos por una hora o más. Pero lo más poderoso del yoga es que en cada práctica traemos la energía de la mente de regreso al cuerpo, a la respiración y a la realidad física y orgánica de nuestra existencia material. Volvemos a despertar nuestra naturaleza más primitiva, instintiva y sensual. Le damos refugio a la mente, proporcionamos un lugar de descanso para los sentidos y le damos un momento de pausa a su movimiento hacia afuera. Emergemos con una renovada claridad, equilibrio y armonía. El beneficio de traer la mente hacia el cuerpo y quedarse allí por un momento se ha vuelto aún más valioso.
Al desconectarnos de la vida exterior por un rato, nos damos la oportunidad real de conectarnos con las fuentes de renovación más poderosas y reconstituyentes que conocemos: nuestra propia respiración, nuestra conciencia, nuestro yo interno. Emergemos recargados, nutridos y firmes para reencontrarnos con nuestras vidas.
En una práctica basada en la alineación —que es el tipo de yoga que practico y enseño— el yoga restaurativo remite a posturas en las que el cuerpo recibe sostén y comodidad a través del uso de accesorios que favorecen la relajación, la calma y la tranquilidad de la mente. El objetivo de la práctica restaurativa no es el de estirar o fortalecer activamente, sino el de reducir el esfuerzo e incrementar la sensación de seguridad y distensión con el fin de provocar la respuesta de relajación en el sistema nervioso parasimpático. Por esta razón, el cuerpo debe estar completamente apoyado y cómodo y las posturas deben mantenerse durante más tiempo.
• La parte más importante de la práctica restaurativa es estar cómodo. Ajusta o mueve los accesorios para estar seguro de que te podrás relajar.
• Una vez que estés cómodo con los apoyos, permítete relajarte completamente.
• Mantén la conciencia plena en cada parte del cuerpo al practicar estas posturas. Tómate tu tiempo para colocar los accesorios cuidadosamente. Realiza las transiciones para salir y entrar en las posturas lentamente.
• Enfócate en tu respiración, en las sensaciones sutiles de tu cuerpo y deja que tus sentidos se vuelvan hacia tu interior.
• Tal vez solo baste con observar tu respiración o, si te es provechoso, usa la respiración consciente para enfocar tu mente mientras avanzas hacia niveles más y más profundos de relajación.
- 1 bolster o cojín de yoga (también puedes usar 2 o 3 mantas gruesas, dóblalas para que al apilarse simulen un bolster).
- 1 correa de yoga.
- 1 bloque.
- 2 o 3 mantas.
Antes de comenzar, tómate un momento para ofrecer y recibir conscientemente esta práctica como un regalo de amor para ti mismo. Entra en ella valorando que te has hecho un tiempo y te has dado el espacio necesario para la renovación. Quédate abierto a disfrutar de estas posturas plenamente.
1. Postura fácil con los dedos entrelazados por encima de la cabeza (baddhanguliyasana en sukhasana): 5 a 15 segundos; cambia el orden de los dedos y repite.
2. Postura fácil con los brazos en postura del águila (garudasana en sukhasana): 5 a 15 segundos, invierte el orden de los brazos y repite.
3. Postura fácil con torsión (parivrtta sukhasana): 5 a 15 segundos con la torsión hacia la derecha, luego repite hacia el otro lado por unos 5 a 15 segundos.
4. Postura de la mariposa reclinada (supta baddha konasana): 10 a 15 minutos.
5. Torsión de Bharadvaja con apoyo (salamba bharadvajasana): 5 a 7 minutos hacia la derecha, luego repite hacia el otro lado por 5 a 7 minutos más.
6. Postura del niño con apoyo (salamba balasana): 2 a 3 minutos con la cabeza hacia la derecha, luego repite hacia el otro lado por 2 a 3 minutos más.
7. Postura de los pies elevados con apoyo del piso, mantas o un bolster (viparita karani): 10 a 15 minutos.
8. Postura del puente con apoyo (salamba setu bandhasana) con bolster, bloque y correa sujetando las piernas: 5 a 10 minutos.
9. Postura del cadáver (savasana): 5 a 10 minutos.
Este artículo fue adaptado del libro Evolving Your Yoga, escrito por Barrie Risman.
Fotografía: Sonya Messier